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Por: Carlos Raúl Macías López
A partir de la segunda mitad del siglo XX, el mundo ha sido testigo de un fenómeno sin paralelo en la historia de la humanidad, que se ha visto potenciado por la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, y que ha ido abarcando con creciente expansión, prácticamente todos los estratos de la sociedad. Estamos hablando de la globalización, cuya trascendencia ha trastornado la política, la economía, la tecnología, la cultura, el comercio, trayendo consigo un gradual incremento en las comunicaciones y una mayor interpendencia entre los distintos países del orbe.
Los derechos más elementales del ser humano no han escapado al advenimiento de ésta tendencia, donde las instituciones internacionales han aunado sus mejores esfuerzos y recursos, para ratificar, lo que es inherente y básico para cada persona, sin distinciones de raza, sexo, género, ideología, credo religioso, etc.
Al margen de éstas realidades, el discurso oficialista en Cuba ha empleado con trágica reiteración el término ´política de aislamiento´, para referirse al tratamiento que el gobierno de Estados Unidos, desde casi el mismo triunfo de la revolución, ha aplicado, para “intentar ahogar por hambre y necesidad al pueblo, y generar de ésta manera, el descontento y la desestabilización”.
De acuerdo a ésta línea de razonamiento, tal parecería que la única fuente de insatisfacción que el cubano puede experimentar en su cotidianidad, proviene de afuera (el imperialismo), y nunca desde una mala gobernabilidad adentro. Sin lugar a dudas, el gobierno convenientemente le ha sabido sacar provecho a ésta doctrina, al desvirtuar impunemente la atención, a tal extremo que, todavía pululan por ahí unos pocos invidentes ideológicos (intencionales o no), que culpan de todos los males que nos aquejan a “los americanos”. Se cumple al pie de la letra eso de que, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Si nos apegamos a los hechos con objetividad, no podemos negar que, en materia de política exterior, los gringos han cometido sus lamentables “pifias” y desaciertos (embargo/bloqueo), puesto que, al cabo de 57 años, todavía permanece en el poder la misma casta sacerdotal. Incluso, el actual inquilino de la Casa Blanca, en el marco de las recientes negociaciones bilaterales, reconoció que, “ya era hora de reconsiderar los métodos y cambiarlos”.
Nada de esto niega que en La Habana gobierna un régimen con mano dura y rígida. Los acontecimientos demuestran contundentemente que el verdadero y más temible aislamiento que nos azota no es el que procede de Washington, sino desde la capital de todos los cubanos. Ante tal argumento, no puedo menos que sostener que, para que las cosas marchen como deberían marchar, el diálogo tendría que ser prioritariamente entre el gobierno y su pueblo, y no esencialmente con los vecinos del norte. Porque, ¿de qué nos valdría llevarnos bien con los que viven al lado de nuestra casa, si estamos enemistados con los que viven dentro de ella? Improbable convivencia.
#Cuba En materia de derechos humanos, el caso Cuba es objeto de impugnación a nivel internacional Clic para tuitear
En aras de arrojar luz sobre el tema que nos ocupa, debo señalar que, en materia de derechos humanos, el caso Cuba es objeto de polémica e impugnación a nivel internacional. Organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Human Rights Watch, Amnistía Internacional, la Organización Mundial Contra la Tortura, y otros, en reiteradas ocasiones han presentado informes y reportes, con abundante evidencia de violación de los derechos humanos.
Por otra parte, los defensores del gobierno castrista apelan al hecho de que en países desarrollados se violan los derechos humanos, de manera mucho más crítica, argumentando, además, que la ONU borró en 2007 a Cuba de su lista de Estados que violan los derechos humanos, y que la mayor de las Antillas posee uno de los Índice de Desarrollo Humano (IDH) más altos del continente, comparable incluso con países desarrollados del primer mundo.
Éste último parámetro (IDH) incluye salud, educación, cultura, que son en definitiva derechos humanos de segunda generación o sociales, pero el meollo del asunto está en que, durante años, el gran soberano, y después su hermano, se han referido jactanciosamente a éstos derechos humanos con frecuencia, enarbolándolos como trofeos del socialismo, pero a fin de cuentas no puede una nación sobredimensionar los derechos humanos de segunda generación, en detrimento de los de primera generación, o dicho de otra manera, resulta impropio fundamentar ciertos derechos humanos, como justificación para profanar otros.
Ésta ha sido nuestra patética realidad. Aceptar ésta tesis, sería como consentir de buena gana ser esclavos, por cuanto gozamos de ciertos derechos, porque nuestro amo nos abastece de alimentos, un lugar donde dormir, libros, y nos cura cuando nos enfermamos, pero a la vez, nos impide ir a donde querramos, hablar y asociarnos con quien querramos, escribir acerca del tema que querramos, etc…
Lo que me resulta aún más inquietante es el hecho de que, para poder justificar ciertos atropellos, el sistema político cubano está organizado sobre la base del señorío del poder del estado por encima de los derechos humanos básicos, siendo quebrantados, violados, transgredidos estos derechos antojadizamente, en nombre de los intereses propios del gobierno, y en menoscabo de un individuo totalmente vulnerable y a merced de ellos. Ante un simple escrutinio de la Constitución de Cuba, se observa que, por encima de todo, se encuentran los intereses del estado socialista, casualmente definidos por el propio sistema. Ver el artículo 62.
La cuestionable frase “la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo”, es simplemente un eufemismo para soslayar una verdad: la ideología del gobierno está por encima de los derechos y garantías individuales, por cuanto priva al individuo en el pleno ejercicio de su libertad, al catalogar de infracción punible, el mero intento de cambiar ésta decisión. Como se observa, no se trata de una ley justa, objetiva, general e imparcial, sino una ley teñida de una ideología, por ende, injusta, parcial, difusa, que en última instancia dependerá de la voluntad de quien tiene el poder para decidir qué considera que es “lo mejor para el pueblo”
A la pregunta que le da título a este artículo “¿Quién viola los derechos de quien en Cuba… Washington o la Habana?” Las evidencias sólo apuntan hacia una dirección: el gobierno cubano.
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Carlos creo que todos los derechos de los cubanos han sido violados y no debe asombrarnos los castros han violado hasta a la misma patria.Felicitaciones por tan claro articulo.
los marinos rusos tienen una ley
punto A El capitán siempre tiene la razón
punto B Si el capitán no tiene la razón miren el punto A
De acuerdo con Aristides,para mi es lo mejor que he leído en los últimos tiempos que alegría saber que hay mentes claras para el futuro de Cuba,ya que la tarea que les espera es muy fuerte, el daño ha sido profundo, en este campo del intelecto,lo material, realmente no creo que sea un aspecto preocupante,ya que en una Cuba con democracia y transparencia,lo material seria resuelto en lo básico, de forma simple,ya que aunque la fuga de cerebros es grande,se que muchos regresaran,y nutridos con buenas experiencias harán de cuba lo que se merece ser.
Felicitaciones, por lo claro y concreto del articulo.
Este articulo demuestra que aun quedan cubanos que no han podido ser afectados mentalmente.
Eres genial tremendo nivel politico que tienes, a muchos cubanos nos gustaria tener un precidente en cuba como Tu en un tiempo no muy lejano que Dios lo permita que asi sera.!!!