Puertas falsas que se abren y verdaderas que permanecen cerradas

 

Foto: Canciller, Bruno Rodríguez Parrilla

 

Edilberto Rios Garcia

El pasado 28 de octubre el gobierno cubano adopto ciertos cambios en la política migratoria. Eliminar la “habilitación” del pasaporte es algo positivo, sobre todo si tenemos en cuenta que anteriormente el cubano debía pedir permiso para entrar a su propio país, una de las tantas medidas carentes de sentido tomadas en Cuba en los últimos años, pero: ¿Que tiene que ver con esto Estados Unidos?

La declaración del Ministro de Relaciones Exteriores concluyó con la
frase: El gobierno de Estados Unidos cierra y Cuba abre. ¿La medida está pensada para aliviar la vida de los cubanos o para dar una respuesta en base a la situación creada entre ambos gobiernos en los últimos meses? Deberíamos albergar dudas de cuál es la naturaleza de esta decisión. No podemos afirmar que es una actitud pensada para los ciudadanos en su totalidad. Además, eliminar un permiso para entrar en tu propio país, no es mejorar, es ir de lo anormal a lo normal. Lo mismo ocurre con darle la posibilidad al cubano residente en el exterior de entrar y salir en embarcaciones de recreo, algo anteriormente prohibido, no sabemos con qué objetivo.

Hay dos elementos en esta situación que además de resultar interesantes, caracterizan el discurso y la política del régimen cubano, les ha dado de comer durante muchos años y forman parte de su carácter  demagogo.

Lo primero: ¿Qué es lo que ha abierto Cuba?

La intención de abrir en un régimen arbitrario es algo dudoso y
cuestionable. Decir que Cuba abre, o mejor dicho, que el gobierno abre, que no es lo mismo, es algo infame e infantil.

Debieron haber eliminado esa medida hace tiempo y todas las que tienen que ver con aquello que afecte o sea una barrera para el desarrollo del país.
El gobierno cubano abre lo que le conviene o lo que le da la gana. Si hay algo en lo que se han especializado es en mantener todo el tiempo el grifo en la mano, abriendo poco a poco y cerrando cuando estimen conveniente, sin importar cuantos se quedan sedientos. Porque no abren entonces el derecho a expresarse libremente, que hayan elecciones democráticas y que el pueblo sea el que elija el presidente y el destino de Cuba. Porque no permiten, por ejemplo, que los cubanos
puedan comercializar productos directamente en el exterior y se elimine la centralización y el férreo control del estado, algo que frena incalculablemente y en demasía el desarrollo del país, pero sobre todo el del individuo. Porque cuando se hace un convenio con otro país, a nuestros trabajadores  no se les paga debidamente lo que producen, dígase misiones internacionales, construcción de hoteles o zonas de desarrollo.

¿Cuantos años deberíamos esperar para que las oportunidades de la
gente se abran verdaderamente? Cuba abrirá o mejor dicho, el régimen abrirá, cuando se estimule la producción y la libertad de producir del individuo, cuando haya una lógica relación entre lo que se gana y lo que se gasta, cuando el pueblo sienta que su país mejora y deje de decir: “seguimos en lo mismo con lo
mismo”. La realidad es que es colosal la poca capacidad y voluntad que existe por abrir y mejorar.

Lo segundo: ¿Porque siempre o casi siempre ciertas medidas y afirmaciones  tienen que ser en respuesta al vecino del Norte? La declaración pudo haber concluido diciendo algo como….Cuba seguirá trabajando por el bienestar y progreso de los cubanos. Pero no fue así, el portavoz concluyó de manera diferente, haciendo alusión a otro país en cuestiones y regulaciones internas de Cuba.

La filosofía de siempre expresarse y estar pensando sobre la base de la política carece de sentido común y se refleja en la declaración del Ministro de Relaciones. Solo alimenta y justifica la ineptitud de quienes gobiernan. Ojalá llegue el día que nuestro gobierno tenga verdadera voluntad por el progreso de su pueblo, ojalá un día verdaderas puertas se abran y no vivamos la mentira de ilusionarnos con aperturas que a la corta y a la larga resuelven pocos y pequeños problemas, de los tantos y grandes que tenemos.

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