Fidel sin fidelato

Por Germán M. González

Cuando Gerardo Machado es derrocado (12 de agosto de 1933) asume la Presidencia por 24 horas el general Alberto Herrera e inmediatamente el Congreso designa a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, hijo del Padre de la Patria. El descontento no se calmó pues se consideraba ese gobierno un “machadato sin Machado”. Solo duró 22 días.
En la segunda dictadura que sufrió la República, Fulgencio Batista bajo intensa presión convoca a elecciones el 3 de noviembre de 1958. Éstas fueron desconocidas por la oposición e incluso por el gobierno estadounidense (1) al considerarlas fraudulentas y a las autoridades “elegidas” un “batistato sin Batista”. Antes de dos meses huyeron éste y el presidente “electo” en el mismo avión.
Con Fidel Castro ha ocurrido exactamente lo contrario (hasta hoy). Desde el 31 de julio del 2006 en que entrega el poder a su hermano Raúl comenzó a desmontarse todo el andamiaje del “fidelato”, y simultáneamente la divinización del que hasta ese momento ejerció el poder más absoluto de la Historia en un país. Comenzaba así un Fidel sin fidelato.
La campaña de divinización no lleva mucho comentario, es constante y desmedida. El hombre resulta un genio universal, recuerda el cuento popular de alguien que despedía un duelo y ante la señal de “corta” moviendo el dedo índice y el del medio que le hace un concurrente exclama:
–Ah! Y también era barbero.
Ni una palabra sobre los grandes desastres socio-económicos y tragedias familiares causados y el poder absoluto ejercido en nueve lustros no tiene nada que ver con la pésima situación actual reconocida por el propio partido&gobierno (2).
Desde el primer momento el hermano sucesor la emprendió −al tiempo que comenzaba la divinización− con el fidelato: frases sobre los méritos y sacrificios del pueblo cubano, sobre el derecho de tomarse un vaso de leche, sobre las prohibiciones absurdas y otras que se han quedado en eso, en frases. También se pronunció sobre la excesiva permanencia en el poder y sobre el papel a jugar en lo sucesivo por las instituciones. En la última sesión de la asamblea nacional lamentó las dificultades provocadas por la enmarañada situación heredada y la imposibilidad del calcular el daño inmenso provocado por la doble moneda. Todo eso más la consigna de construir un socialismo próspero y sostenible, califica de hecho al mandato anterior de autocracia irracional.
La “solidaridad internacional” (hoy negocio de renta de fuerza de trabajo), contingentes, microbrigadas, batalla de ideas, concentraciones multitudinarias, marchas del pueblo combatiente, el médico de familia, los planes de becas masivos y las escuelas en el campo, los hipertrofiados e insostenibles “planes de la revolución” agropecuarios, y las postreras moringa y acerola. Todo se ha desmontado totalmente o hasta el mínimo posible liquidando lo que simbolizó una era.
Sin embargo quedan: los medios de propaganda incluidos artistas e intelectuales domesticados, el aparato represivo de fuerzas armadas, y la espesísima burocracia, en todos los casos empoderados dando la razón a José Martí cuando sentenciaba:
Todo poder amplia y prolongadamente ejercido degenera en casta. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas. Las castas se entrebuscan, y se hombrean unas a otras (3).
Pero sobre todo queda un país que muestra una contradicción si no inédita al menos muy rara: descapitalizado con patrimonio destruido u obsoleto y endeudado hasta el cuello… Ah! Y quedan las edificaciones feas y goteantes sobrevivientes.

(1) Véase el libro «El Cuarto Piso» de E.T. Smith, entonces embajador estadounidense.
(2) Véase Introducción de “Conceptualización del Modelos de Desarrollo Económico y Social Cubano” documento programático del partido&gobierno.
(3) Obras completas, t 9, p 340

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