“¿QUIÉN ES EL MENTIROSO AHORA?”


Por: Roberto Camba Baldomar

El periodista Marco Velázquez Cristo acaba de publicar en su blog un artículo que titula: “Rosa María Payá vs Cuba: pruebas, no palabras”, del que por supuesto Cubadebate se ha hecho eco. Al entrar a este ignorado blog puede verse la manía enfermiza de este “periodista” con la muchacha: ha publicado ya tres artículos acerca de ella.

De hecho, este señor ha publicado informaciones, incluyendo una supuesta carta personal de Rosa María al Secretario General de la OEA Luis Almagro, a la cual obviamente ningún periodista residente en Cuba habría tenido acceso si no le hubiese sido facilitada por los órganos de inteligencia del Estado cubano… o se tratase de una falsificación. Suficiente para saber cómo y para quién escribe el señor Velázquez.

Para sustentar su afirmación de que Rosa María es una mentirosa, acusa al fallecido padre de ella de mentir (con palabras, no con pruebas) y cita las palabras de un psiquiatra peruano concluyendo que la manía de mentir es una enfermedad hereditaria, con lo cual hace un aporte trascendentalmente nuevo al campo de la psiquiatría.

Para fundamentar todo un artículo destinado a presentar a otra persona como mentirosa, menciona solamente tres “mentiras” de Rosa: que la muerte de su padre ocurrió en un accidente provocado por el régimen cubano, afirmar que es una refugiada política y teme por su seguridad cuando “entra y sale de Cuba libremente”, y mencionar que vive modestamente pese a que “tiene una casa de más de trescientos mil dólares en Miami”. Parece bien poco para acusar a una persona de mentirosa, pero el “periodista” no quiere “extenderse demasiado”.

Veamos el trasfondo de estas afirmaciones: para la hija de un “conocido cabecilla contrarrevolucionario” (palabras del señor Velázquez) es natural suponer que su padre podía haber sido asesinado por el Estado cubano. El gobierno cubano tiene un largo historial de ejecuciones a los considerados “traidores” en la Sierra Maestra o la lucha clandestina, fusilamientos sumarios en La Cabaña, aniquilación de los alzados en el Escambray, derribo de avionetas civiles, hundimiento de embarcaciones que trataban de escapar de Cuba, permitir la muerte de encarcelados en huelga de hambre, detener y condenar a “contrarrevolucionarios” a largas penas de cárcel, propinar golpizas a mujeres indefensas vestidas de blanco, etc.

En el propio Código Penal cubano muchos delitos contra la “seguridad del Estado” son penados más severamente que el asesinato o la violación, y el Estado ha organizado a nivel de toda la sociedad las llamadas “Brigadas de Respuesta Rápida” con instrucciones precisas de golpear con “cualquier cosa que tengan a mano” a los que se manifiesten contra la Revolución. Estos son hechos, señor Velázquez.

El señor Payá sufrió amenazas de muerte personales y telefónicas. ¿Parece entonces descabellado intuir que fue víctima de un asesinato premeditado?

Carromero -el político español condenado por homicidio culposo en el accidente- ha declarado que se trató de un asesinato del Estado cubano y presentó un libro con evidencias al respecto. El “periodista”, sin embargo, no habla de este “hecho”. Por su parte, Rosa María le ha dado al gobierno el beneficio de la duda: ha pedido una investigación independiente que nunca fue autorizada (como tampoco la familia fue autorizada a presenciar el juicio, que no fue público como establece la Ley de Procedimiento Penal) y no se le presentó a la familia el informe de la autopsia.

¿Por qué tantas irregularidades si el Estado cubano no tiene nada que esconder acerca del accidente?

Respecto a decir que es mentira que alguien “teme por su seguridad”, es una evidente estupidez. El temor es un sentimiento subjetivo y para cualquiera que se haya opuesto públicamente al gobierno cubano, sentir temor es lógico y natural.

También es bastante subjetivo el vivir modestamente. Hay muchos cubanos que vivimos en el extranjero y puede que vivamos en una casa de trescientos mil dólares, pero aun así no vamos a lujosos desfiles de modas ni viajamos en yate por el mediterráneo (como hace Antonio Castro el hijo de Fidel Castro, por ejemplo), sino que vivimos de nuestro trabajo y vamos pagando la hipoteca poco a poco (puesto que esa casa de trescientos mil dólares no es nuestra totalmente hasta que no terminemos de pagarla).

La verdadera pregunta es ¿por qué un cubano que vive en el extranjero puede comprar una casa de trescientos mil dólares con el fruto de su trabajo y uno que vive en Cuba no puede ni siquiera comprarse un rancho porque su salario apenas le alcanza para comer? Pero para hacer esa pregunta en un medio informativo, hace falta ser un verdadero periodista, y para hacer públicamente esa pregunta desde Cuba, hace falta tener lo que Rosa María Payá tiene en abundancia y de lo que el “periodista” obviamente carece: coraje.

La declaración de Rosa María en la reunión de la OEA dentro de la Cumbre de Lima -que las huestes castristas impidieron leer con su característica chusmería y gritería- mencionaba los problemas de corrupción en Latinoamérica, el empobrecimiento y marginación con salarios medios inferiores a treinta dólares mensuales en Cuba y Venezuela que ha forzado migraciones masivas, las restricciones de derechos como la libertad de expresión en estos países, denunciaba el acoso a defensores de derechos humanos, artistas y periodistas independientes, así como el no reconocimiento de personalidad jurídica a los emprendedores cubanos, junto a barbaridades cometidas por actores principales del llamado “socialismo del siglo XXI” como la condena a Lula en Brasil por corrupción y la intención del presidente boliviano Evo Morales de ignorar el plebiscito en que el pueblo rechazó su presidencia indefinida.

Todas estas “palabras” responden a “hechos”, pero el “periodista” no las podría publicar jamás en Cubadebate o pasaría a ser etiquetado como un “mercenario” y “traidor”. No decir las verdades también es una forma de mentir.

De todas las barbaridades que dice el artículo, la peor es la que ofende la memoria de Oswaldo Payá Sardiñas. El seudoperiodista lo tilda de mentiroso por aseverar haber reunido firmas en los años 2002 y 2004 para su llamado “Proyecto Varela”, asegurando que “estas carecieron de carácter legal”.

Como jurista cubano es mi deber aclarar su ignorancia. El artículo 88 de la Constitución declara que entre aquellos a quienes compete la iniciativa legislativa, están los ciudadanos. En este caso será requisito indispensable que ejerciten la iniciativa diez mil ciudadanos, por lo menos, que tengan la condición de electores”.

Payá intentó que su proyecto fuera discutido en la Asamblea Nacional con estricto apego a la ley. En un Parlamento abarrotado de diputados del único Partido legal cuyos miembros obedecen unánimemente a la voluntad del Partido (todas las votaciones han sido unánimes desde 1976), el proyecto no habría tenido oportunidad alguna de prosperar.

Lo legal y decente habría sido que dicho proyecto fuera divulgado por la prensa o las instituciones para que cada ciudadano pudiera leerlo y decidir libremente si firmarlo o no. No obstante, las autoridades no solo no divulgaron el proyecto por ningún medio de prensa en todos esos años, sino que encarcelaron y condenaron a largas penas de cárcel a los opositores que se atrevieron a ir de casa en casa o por instituciones de educación superior presentando el proyecto para su firma.

Setenta y cinco opositores fueron condenados en esa “primavera negra” del 2003 a penas de entre 6 y 28 años de cárcel. Más de la mitad habían sido recolectores de firmas para el Proyecto Varela. Pedirle a Oswaldo una declaración jurada de la condición de electores de esas 11,200 firmas, era una inmoralidad. Primero, porque la Constitución no habla de declaración jurada como requisito, segundo porque obviamente ni Oswaldo ni nadie habría podido por sí solo -sin divulgación oficial alguna- recoger ese número de firmas y claramente no podía conocer a todos los firmantes. Tercero y más importante, porque el propio gobierno al condenar a muchos de los firmantes, les había anulado sus derechos políticos. Si Payá hubiera sido un mentiroso habría hecho la declaración jurada sin tener todos los elementos, pero como tenía mil veces más honestidad, integridad, principios y valores que el “periodista”, no lo hizo.

¿Y cómo se decidió que las demandas carecían de carácter legal? En el libro “Cien Horas con Fidel” de Ignacio Ramonet, el propio Fidel luego de esquivar olímpicamente la respuesta por varios minutos, nos lo dice:

IR: ¿Pero en definitiva qué hicieron ustedes con el proyecto Varela?

FC: Dejando a un lado toda consideración acerca de las firmas, la legitimidad de equis número de firmas, dejándolo a un lado y asumiendo que se tratara de once mil personas con derechos legales y constitucionales a suscribir una solicitud, se le dio tratamiento, se recibió la solicitud, fue analizada por la comisión correspondiente de la Asamblea Nacional y se le dio respuesta.

IR: ¿Y cuál fue la respuesta?

FC: Yo no tengo aquí el documento. IR: Pero en síntesis.

FC: Sencillamente se rechazó la iniciativa.” En pocas palabras, una Comisión de la propia Asamblea, decidió violar la Constitución.

¿Quién es el falso y el ilegítimo entonces?

Para rematar su artículo, el señor Velázquez le hace preguntas a Rosa María. Preguntas que -de nuevo afirmo- se basan en suposiciones totalmente falsas -lo cual habla muy mal de un “periodista”- o se basan en información de inteligencia recibida.

Es muy interesante ver algunos pocos comentarios que pasaron el filtro censor en Cubadebate, filtro que, como yo mismo he comprobado, es más filoso que un hacha.

Un usuario llamado Enrique Hernández comenta al periodista “A usted también le sirve, pruebas y no palabras”. Otro llamado Samuel dice: “¿Puede alguien explicarme brevemente quién es Rosa María Payá, de donde salió, así como su obra, por favor?”, lo cual pone en evidencia que, al igual que el Proyecto Varela, los disidentes jamás son mencionados en la prensa oficial, excepto para desacreditarlos cuando ya es inevitable por su gran repercusión internacional.

El usuario Nikita expresó: “No es que yo sea suspicaz pero ¿nadie en Cuba apoya las ideas de esta mujer? ¿O es que se eliminan los comentarios a favor? ¿Será verdad que hay un ejército de troles en Cubadebate para comentar a favor de los artículos? ¿O una censura controlada? ¿De verdad alguien piensa que sin oír opiniones diferentes se puede avanzar por lo que nos interesa a todos, o se auto-engañan? ¿Qué pasó con lo que me enseñaron en la escuela que dijo Marx que las contradicciones generan desarrollo? Piensen”.

Pero la tapa al pomo la pone Manuel: “A Rosa María Payá deberían entrevistarla en la Mesa Redonda para que responda a esas acusaciones”.

Es cierto, hasta en los procesos judiciales contra los mayores criminales, a los acusados públicamente se les permite la defensa ante los ojos de todos.

Me uno a este reclamo que sé que algunos líderes disidentes han pedido también. ¿Por qué no invitarla a hablar a la Mesa Redonda? ¿O acaso tememos que el pueblo cubano -tan culto y revolucionario- sea engañado por sus “mentiras”? ¿Quién es el mentiroso ahora?

 

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2 comments on ““¿QUIÉN ES EL MENTIROSO AHORA?”
  1. La verdad de esta mujer de gran valor, es un arma a la que le temen los que estan por la fuerza en el poder,.Decir la verdad contra una mentira absoluta,es algo simple, pero hay que tener mucho valor,ya que ese tipo de mentirta es muy peligrosa.

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