Mentiroso compulsivo, ignorante u obediente vocero del departamento de Relaciones Exteriores del Comité Central del Partido, solo así se explican las declaraciones del ministro Bruno Rodríguez Parilla.
Por Germán M. González
En aras del espacio solo mencionaremos dos recientes afirmaciones del ministro de relaciones exteriores: “Cuba no interfiere en los asuntos internos de otros países” y “en Venezuela no existe personal militar o de inteligencias cubano”. La primera pudiera ser ignorancia, en definitiva en las escuelas cubanas solo se imparte la historia oficial confeccionada por medio historiadores de media historia (1). La segunda resultó desmentida por el propio Maburro en un acto donde proclamó su derecho a contar con esas fuerzas cubanas, reconoció su papel protagónico y llamó a intensificarlas.
En la larga lista de expediciones armadas a múltiples países, la primera a poco más de 100 días de la toma del poder por Fidel Castro —Abril de 1959— fue a Panamá, donde arribó el yate Mayarí con 90 cubanos armados más algunos efectivos de otras nacionalidades. Esa expedición se realizó contra un país soberano gobernado por un presidente electo, que sucedió a otro igualmente elegido en las urnas al igual que su sucesor, es decir, el manido argumento de que los internacionalistascubanos actuaban contra dictaduras o el colonialismo es totalmente falso.
Desde entonces las expediciones a naciones soberanas, las intervenciones en conflictos entre éstas, el entrenamiento de miembros y apoyo material a cuanta organización terrorista existiera o se organizara desde Cuba, sobre todo en las Américas y África fue una constante hasta el desmerengamiento del “socialismo real” europeo. A partir de ahí se cambió la táctica, aunque no los propósitos finales: las misiones médicas y la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) sustituyeron con batas blancas los trajes de camuflaje de los militares. Aunque no totalmente, si en los primeros treinta años la “ayuda” médica complementaba la faena militar y de inteligencia, ahora se invierten las tareas: primero ayuda médica y más solapadamente lo otro, pero siempre ambas.
Ahora con fecha 25 de enero el MINREX cubano emite una declaración desconcertante: resulta que la colaboración médica con Bolivia se brindó de forma gratuita (a pesar de que los ingresos bolivianos resultan muy superiores a los magros ingresos cubanos) y ese país no transfirió ni un centavo a Cuba. Según el documento el costo de la colaboración para Cuba fue de 200 millones de dólares anuales. Esa declaración, de ser cierta, implica un cinismo descomunal, pues mientras los cubanos migran masivamente y los que permanecen padecen carencias de productos elementales se regala a un país con grandes recursos naturales que generan muchos más ingresos que los magros percibidos por Cuba que hoy, destruido el Patrimonio productivo, solo cuenta con la renta de fuerza de trabajo y las remeses de los emigrados.
Parece que Bolivia es una gran excepción de la “ayuda” como negocio de creer al MINREX, pues el propio Fidel Castro, en ocasión del defenestración de 75% de la agroindustria azucarera anunció que “a partir de ahora no acudiremos más al basurero del mercado mundial azucarera” pues los ingresos por servicios sustituirían los generados por al azúcar, Recientemente el entonces ministro de salud y ahora viceprimer ministro declaró en una entrevista que “Cuba tiene 55 mil médicos prestando servicios en muchas naciones que generan seis mil millones de dólares al año”. Esos números se reflejan en el Anuario Estadístico de Cuba (www.onei.cu) muy disminuidos actualmente.
Por último el ministro y su declaración olvidan que uno de los íconos del castrismo, el Che Guevara, murió precisamente en Bolivia adonde fue acompañado por un grupo de cubanos, todos miembros de las fuerzas armadas en una de las muchas expediciones para interferir en los asuntos internos, en este caso del país andino, así que el párrafo final de la declaración que dice textualmente:
“El Ministerio de Relaciones Exteriores reitera su respeto a los principios y normas del Derecho Internacional que rigen las relaciones entre los Estados y el estricto cumplimiento de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otros Estados”
Este enunciado es tan falso que la misma deificación del Che desde entonces y hasta hoy lo desmiente.
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