Creatividad para la Política

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1. La Indignación

El ser humano tiene dos estados de máxima actividad política. El primero, es la indignación, una mezcla explosiva de frustración y rabia cuando comprende que le han cortado sus libertades de manera injustificada. Quiero hacer énfasis en este punto de lo «injustificado», puesto que es esencial en la manera en cómo las personas responden políticamente.

En toda sociedad existe un reparto de poder entre diferentes grupos y, como regla general, existe alguno que ocupa una posición dominante y se atribuye privilegios. Cómo es posible que esta desigualdad ocurra sin una denuncia general? Pues porque el grupo dirigente, más allá de mantener una gran influencia sobre las fuerzas militares, también utiliza sofisticados métodos de propaganda. Estos métodos le ayudan a popularizar una visión del mundo en la que se «justifican» sus atribuciones y las cargas que debe soportar la gente. Esta visión se organiza como un relato y es lo que podemos llamar: «ideología».

Los relatos ideológicos, sin embargo, tienen un tiempo limitado. Llega un punto en que las personas ya no viven o piensan por las mismas reglas y comienzan a cuestionar el lugar que ocupan en la sociedad y la repartición existente de poderes. Es este momento, en el cual las justificaciones ya no funcionan, cuando se adueña de la población una sensación de irritación, inconformidad y enojo, que les motiva a enfrentarse al poder. No hay fuerza militar, por grande que sea, que contenga la indignación de la mayoría de su pueblo y es por esto que es tan importante para los poderosos mantener la vigencia de su relato ideológico. Saben que la indignación generalizada ha servido como detonante para las guerras de independencia y liberación, cambios políticos radicales y levantamientos violentos.

Lo más peligroso de esta indignación, como motor de acción política, no es solo el derramamiento de sangre, sino que también puede estimular el triunfo de una ideología radical. La principal causa del nazismo, por ejemplo, fue la indignación ante las consecuencias del tratado de Versalles, el cual imponía fuertes cargas al pueblo alemán después de concluida la primera guerra mundial. El bolchevismo, por su parte, fue la reacción ante el despotismo zarista. El socialismo cubano, fue también una respuesta extrema ante los problemas acumulados durante la República, cuyo proceso político se había deteriorado a tal punto de estar suspendidas las garantías constitucionales.

El segundo estado de potencial impulso y cambio político, por su parte, tiene que ver con la alegría y la creatividad, pero antes de llegar a él, quisiera cubrir un estado intermedio, de inactividad, que me gustaría llamar: de tristeza sistémica.

 

2. La Tristeza Sistémica

Si la indignación y la creatividad son ambos estados de impulso político, la tristeza sistémica, por su parte, es un estado de inercia permanente en el que nada sucede.

Los sistemas de dominación prefieren ciudadanos tristes a ciudadanos alegres. Las personas tristes viven un presente de duelo, cabizbajos, sin la motivación para rebelarse o para influir de manera positiva en los demás. Están principalmente confundidas, quejosas, temerosas de mirar a la realidad, por cuanto ésta podría ser dolorosa. Sus expectativas de ascenso social fueron pospuestas y se han familiarizado con una sensación de culpa y vacío. Su baja energía emocional, como consecuencia, limita su creatividad y favorece que se centren en actividades rutinarias, las cuales pueden ayudar a perpetuar el mismo sistema.

Afortunadamente, la tristeza, a menos que se convierta en depresión y amenace tu vida, es un estado inevitablemente transitorio. Es el resultado evolutivo de la necesidad de prestar duelo y ajustar expectativas. La única razón para que la tristeza sistémica dure tanto, es porque se la alimenta a diario con la sensación de una pérdida reciente y justificada. Por ejemplo, si tienes expectativas de una vida más próspera, pero aún crees lo suficiente en el relato ideológico, lo más probable es que tu atención se diluya en una conformidad triste. Y es precisamente la conformidad, y no el miedo, el cimiento de la dominación.

3. Creatividad para la política

Por su lado, la alegría y la creatividad, como impulsores del cambio político, responden a una lógica completamente distinta: permiten que el cambio suceda paulatinamente desde la base. La sociedad se transforma desde arriba al momento de tomar decisiones de Estado, esto es algo que todos conocemos, pero también se puede transformar radicalmente desde abajo, cuando se adoptan ideas prácticas para hacer la vida más simple, creativa y plena. Este proceso mediante el cual se adoptan nuevos métodos se llama innovación. Las innovaciones pueden ser técnicas, como aquellas que promovieron la época industrial, pero también pueden ser políticas, como las ideas y métodos que se opusieron al absolutismo de los monarcas de los siglos pasados.

En una sociedad abierta, democrática, la innovación se estimula y va cambiando por sí misma todas las dimensiones de la sociedad, la economía, el consumo, las instituciones políticas. Podemos describir este proceso como “Creatividad Destructiva”, término que le debemos al economista alemán Joseph Schumpeter. Este concepto, aparentemente contradictorio, ayuda a visualizar los costos de la creatividad: cuando las mejores formas de hacer y pensar se imponen, las antiguas van siendo descontinuadas, abandonadas, «destruidas». Las nuevas empresas, los nuevos productos, las nuevas instituciones, que representen una mejora, van siendo elegidas por la mayoría y las antiguas quedan condenadas al olvido y la desaparición.

Este es el motivo por el cual las sociedades cerradas crean monopolios económicos y políticos, con el objetivo de impedir el surgimiento de nuevas formas de hacer y pensar que desplacen a la elite dirigente. Es también la razón por la cual ofrecen protección legal a estos monopolios y limitan el emprendimiento. Esto provoca un círculo vicioso, donde la falta de libertades desestimula la creatividad y, a su vez, la ausencia de creatividad, consolida la falta de libertades.

Es un muro de contención, no obstante, condenado al fracaso. Las élites pueden explotar la riqueza de un país hasta el punto en que la economía llega a su límite, se enfrentan entonces a la posibilidad de que la sociedad se haga ingobernable. La Unión Soviética había llegado a un punto de quiebre económico antes del golpe de Estado liderado por Boris Yeltsin, razón por la cual Gorbachov había querido actualizar su relato ideológico a través de la Glasnost y la Perestroika, pero ya era demasiado tarde. Al momento de disolverse el Partido Comunista, fueron pocos los que se expresaron en contra.

No es necesario esperar hasta el colapso, la alegría, como un estado de funcionamiento pleno del ser humano y la creatividad están íntimamente relacionadas y juegan un papel fundamental. Es mientras podemos utilizar nuestros talentos, conectar y ayudar a las personas que amamos, que somos auténticamente felices. Es también el momento en que mejor podemos formarnos aspiraciones, crear redes de confianza e influir en los demás para que adopten nuestras ideas. Pero… cómo ser alegre y creativo en una sociedad donde las libertades están limitadas?

Vaclav Havel, el héroe de la lucha anti-totalitaria checa, decía que ante los sistemas post-totalitarios, lo mejor era actuar como si no sucediera nada. No se trata, por supuesto, de vivir de espaldas a la realidad, sino de permitirse actuar como uno lo haría normalmente, escapar a la paranoia ideológica. Cuando surgen espacios donde la gente decide darse la libertad de pensar y expresarse libremente, donde pueden acceder a información y organizar su vida de manera más provechosa y práctica, las nuevas ideas en cuanto a hacer, consumir, organizarse o pensar se adoptan como parte del sentido comùn. Es aquí cuando el relato ideológico acaba por suspender su examen de realidad. La conformidad cede ante lo provechoso de lo nuevo y los ciudadanos adquieren una dirección familiar y estimulante hacia la cual orientar sus aspiraciones.

Este reformular de la vida diaria afecta profundamente las expectativas y aparece la exigencia de una reforma política. El discurso oficial pierde el poder de sus justificaciones y tiene que comenzar a responder ante las exigencias ciudadanas. No se trata de que la gente se va a enfrentar a la policía, este es el escenario que necesita evitarse; se trata de que las personas van a resistir pasivamente, dejando de comportarse como se suponía que lo hicieran, negándose a transmitir el mensaje que ellos orientan, haciéndole cada vez más difícil, sino imposible, el ejercicio de un poder sin justificaciones.

Este es un tipo de hacer político que puede prosperar en Cuba, alejado de toda expresión de violencia o derramamiento de sangre. Para ello es importante, en lugar de en un discurso confrontacional, que puede sólo avivar justificaciones propagandísticas, enfocarse en promover ideas prácticas, impulsar el emprendimiento, informar, educar a la ciudadanía, inspirar confianza y crear lazos empáticos. Lo conveniente de este modelo de política es que no impone, por el contrario, ofrece alternativas para que las personas ejerciten su responsabilidad y capacidad de decisión, mejoren sus condiciones de vida y durante el proceso, se sientan mucho más útiles, creativas y plenas.

 

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6 comments on “Creatividad para la Política
  1. Hermano, te apoyo en cuanto haga falta. Es justo el enfoque que necesitamos, crear por encima de anular.

  2. Hola Rafael,

    Comprendo su posición, lamentablemente, son muchos años de inmovilismo con todo lo relacionado a la Isla. Las circunstancias de hoy son profundamente diferentes a las de hace 35 años.

    Los defensores del status quo siempre han estado atentos a esa segunda forma de hacer política, no violenta, pero si efectiva. La manera en que la denigraban era con el término «diversionismo ideológico», pues era sumamente importante establecer y defender las reglas con que los cubanos debíamos pensar.

    Hoy es imposible que ese control se pueda ejercer. Las cincunstancias son otras, basta recordar el medio millón que trabaja de manera independiente, el movimiento de cubanos por el mundo o la penetración de la información por canales alternativos como «el paquete».

    El sistema comienza en la mente de las personas y ahi es donde único puede consolidarse. El simple hecho de mostrar maneras de hacer y pensar más prácticas, mejores, pone en jaque directo a los burócratas.

    Solo un ejemplo, cuando salieron los cines 3D en la habana crearon mucha atención y expectativa. El gobierno los cerró. Mucha gente se expresó en contra, incluso dentro de la prensa oficial. Ahora los cineastas le ponen cara a las instituciones exigiendoles una Ley de cine que admita productoras independientes y, mira para eso… vuelven a sacar el tema de los cines 3D!… y así seguirá la gente hasta que nuevamente los aprueben. Esta misma dinámica es aplicable a todo lo que los cubanos deberían tener y les han mal-justificado el no autorizarle…

  3. creo que Rafael Garcia entendio que Gennady era señorita… entendió muy mal!!! es un muchacho.

  4. Srta. Rodriguez ojala tenga Ud la suerte de que alguien oiga su tesis, yo ya e oido muchas veces esa tesis y nadie la escucha, ni siquiera por ser pacifica. Yo recuerdo que estando en Cuba trate de juntar fuerzas para el cambio, pero nadie escuchaba en su gran mayoria estaban comprometidas con los tiranos, y no solo hablando tambien actuando pero no hubo seguidores por la misma razon y esto fue hace 37 anos, asi que ahora sera mucho mas dificil que escuchen esta teoria, al menos en nuestra patria ayi todo el mundo esta por la sobrevivencia de la manera que sea, creo que si habra un cambio en el sistema politico-economico de Cuba al estilo Chino de pan por libertad, y eso sera lo que nos toque a los cubanos pan y confor a cambio de libertad y derechos desgraciadamente un saludo.

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