Entrevista a Roberto Reyes

 

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Por: Ale de Las Villas. Somos + en Santa Clara

A Roberto Reyes lo imaginaba románticamente, como un paladín de armadura, un Don Quijote de la cultura sobre su jamelgo Rocinante en postura épica y esgrimiendo lanza con cara de festival. Siempre con la sonrisa fácil. Roberto al lado del camino sonreía con toda la cara; dejando pasar lo vano, ajeno a oficialismos y corrientes de moda, atajando lo que sabía auténtico. Porque así era: un tipo auténtico, su compromiso era inviolable, nada de pirofláutica, siempre hacia la luz ¡vade retro, Satanás!

Para calarlo mejor, hace unos años le hice una entrevista escrita, me respondió aunque no disponía de mucho tiempo; guarde el cuestionario para reformularlo, enriquecerlo y volvérselo a hacer, pero no se pudo.

Mi héroe no fue perenne. No hubo de pagar nada más en esta vida. Ya poseía su monumento en el altar de mi alma, pero no esperaba, no estaba listo yo para descubrir el manto que lo resguardaba de la eternidad.

Fallecido recientemente en la ciudad de Santa Clara, realizador de la radio municipal: emisora Estereocentro. Quise, yo también, subrayar algo sobre él, a modo de homenaje póstumo. Espero que el lector pueda disculpar mi desfase, la causa: mi ausencia de acceso a internet, no obstante, el sentimiento es el mismo.

Encontré la entrevista, se la hice creo que alrededor del año 2009, no estoy seguro. En pretensión de aliviar mi pesar por la pérdida, aquí la publico. Mi objetivo es que los que lo conocieron y los que no, entiendan la magnitud de este hombre con la capacidad de hacer al mundo mejor. Su nombre no puede pasar inadvertido. Les dejo sus palabras.

 

E: ¿Cuánto tiempo llevas en la radio, cómo llegaste y por qué te gusta?

RR: Me gusta la radio desde que tenía 5 o 6 años. Por supuesto que entonces para mí era una “caja mágica”, que creía inalcanzable. Y, tal como pensábamos los niños de hace cinco décadas, estábamos seguros de que dentro de ese aparato había unos hombrecitos extraños, medio brujos, medio extraterrestres. Recordemos que en los 60’ la radio dominaba el éter, mientras la televisión era una especie de “bicho raro”. Desde entonces me atrapó la radio, y aunque a finales de los 70’ estudié Licenciatura en Pedagogía, algo en mi interior me decía que alguna vez iba a poder trabajar en una emisora de radio.

E: Cuando creaste los programas “Tropicollage” y “Al lado del camino”, hoy de los más populares de la FM ¿Qué buscabas? ¿Se han cumplido tus objetivos?

RR: Cada uno de los espacios que he creado en la radio procuro que no se parezca a ninguno de los que haya realizado con anterioridad, porque le tengo una guerra declara a la rutina. Pero me he apartado de tu pregunta. Cuando creé Tropicollage, un espacio que ya desapareció, mi objetivo fue atraer a los seguidores de entidades artísticas como Ricky Martin, Thalía, Chino y Nacho, David Blanco o, por ejemplo, La Charanga Habanera, para aparentemente complacerlos y que casi sin que se dieran cuenta escucharan a Led Zeppelin, Bob Sieger, Tracy Chapman, Blinder, Spinetta, Luis Eduardo Aute, Nirvana, K punto K, y muchos otros. Para que se “tragaran la píldora”, la “endulzaba” con chismecitos, noticias, curiosidades y alguna que otra nota aparentemente intrascendente. El resultado me asombró a mí mismo y durante 6 años el espacio fue muy escuchado. Me hablas también de “Al lado del camino”. Pues ese es el espacio, musicalmente hablando, más parecido a mí.

E: ¿Pudieras dar una breve descripción de ti mismo? ¿Cuál es el objetivo de Roberto Reyes en la vida?

RR: Dejar vivir, y respetar a quienes me rodean, y enfrentarme a aquellos que no dejan vivir ni respetan a quienes los rodean. No hay para mí nada más profundamente cubano que esa frase de José Martí en la que expresa “Con todos y para el bien de todos”. Por cierto, tengo un amigo que me critica que la entiendo de modo literal, y que el Maestro no incluiría a determinados personajes. Pero yo sigo en mis trece: cuando digo “todos” me refiero a “todos sin exclusiones”. Si querías una descripción de mí mismo, ya la tienes al conocer este criterio.

E: ¿Hay algún placer en salirse de la media, en ser diferente?

RR: No había pensado en eso, pero ahora que me lo preguntas, y para responderte mal y rápido, te diría que sí. Y no digo más para no blasfemar.

E: No te bastó con la radio y te hiciste un sitio en Internet: “Trastienda Musical” donde lo mismo se puede encontrar una entrevista a un cantautor de talla internacional, como Pablo Milanés, que otra a cualquier músico emergente y, a efecto de los medios, desconocido. ¿Acaso no te enseñaron que no se deben mezclar? ¿Por qué eres tan majadero, Roberto? Seguro en tu trabajo, tu jefe te regaña bastante seguido…

RR: Jajaja…qué bueno está eso. Pero no, ahora tengo una jefa que no me regaña, más bien me aplaude. Años atrás sí hubo quien me regañó y hasta me censuró, sin embargo, como tengo la paciencia de ciertos monjes, supe esperar y mi venganza fue el Gran Premio que le dieron a mi espacio “Al lado del camino” en el Festival Nacional de la Radio.

E: ¿Cómo consigues establecer contacto con todos estos diversos personajes de la cultura?

RR: Los contactos los logro enfrentándome a mi timidez. Estoy seguro de que si mi carácter fuera otro, mis logros fueran superiores. Aun así, estoy satisfecho con lo que he alcanzado, quizás cuando cumpla 100 años logre ser más abierto y emprendedor. Y te aclaro: no he entrevistado a Pablo Milanés. Ojalá alguna vez tenga esa extraordinaria posibilidad. Aunque sospecho que voy a quedarme en silencio, y ese será mi modo de reverenciarlo.

E: ¿Qué es la izquierda para Roberto?

RR: Durísima esta interrogante, pero no la voy a esquivar. Voy a ser sincero hasta el desgarramiento. La izquierda es lo mejor que le pudiera pasar a la humanidad, si los que apuestan por ella —más bien quienes dirigen los movimientos y las naciones de izquierda—, no le temieran a los cuestionamientos, al libre flujo de ideas, a la confrontación abierta y sin tapujos, al uso de las tecnologías, a la belleza, al derribo de las fronteras físicas y mentales, a la polémica, a la renovación constante, y hasta a la sinceridad desconcertante de un niño. Pero los temores existen, los vivimos a diario, o para decirlo mejor, los sufrimos a diario, y nos asfixian, y no nos dejan andar, y nos destruyen la vida. Por eso, y que los dioses del Olimpo perdonen mi escepticismo, creo que la izquierda —y voy a recordar a un cineasta cubano de culto— ha demostrado, hasta este momento, ser un buen guión con una mala puesta en escena. Lo siento por la humanidad, porque sospecho que le va la vida en ello.

E: Si pudieras hablar de Santa Clara como plaza cultural y desde el fondo de tu alma…

RR: Te voy a responder con una anécdota: cuando tenía 13 años visité por primera vez Santa Clara y me deslumbró la ciudad. Sobre todo me cautivó su vida cultural. En Cienfuegos, aunque es de las ciudades más bellas del país, no había visto nada parecido. De ahí que al año siguiente, con solo 14 años, vine a estudiar a un instituto de Santa Clara para nunca más regresar a mi tierra. De modo que soy santaclareño por decisión. Aquí encontré el arte y la literatura que buscaba. Y aunque hoy sigue siendo una plaza fuerte en la cultura —los artistas y los escritores hacen malabares para crear y mostrar sus obras—, existe mucho desinterés y desidia en algunos funcionarios. A veces pareciera que los creadores se dejan llevar: escriben, pintan, bailan, actúan,… y sonríen. Siempre al final, sonríen. Sí, no hay dudas, se dejan llevar…

 

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