Por: Ezequiel Álvarez
La libertad individual es un derecho sagrado. El bien común es el derecho básico de la nación. El gobierno es el árbitro que decide cuál derecho toma vigencia en cada caso.
En las dictaduras el poder del gobierno es absoluto y solamente responde a los designios de las castas gobernantes. Tal vez existan leyes o constituciones que sirvan para hacer el papel de racionamiento con tal de excusar su comportamiento y entretener a las multitudes mientras continúan con impunidad llevando a cabo sus designios sin límites establecidos por las constricciones legales. Cualquier indicio de objeción, oposición o divergencia son severamente reprimidos.
#Cuba El bien común es el derecho básico de una nación, y Cuba debe tenerlo al precio que sea necesario Clic para tuitear
Todo lo contrario, en las democracias donde el gobierno es escogido por el pueblo a través del voto y el gobierno responde a la voluntad del pueblo. Las decisiones de los derechos del individuo o la sociedad en general emanan de las leyes establecidas constitucionalmente.
En una sociedad donde el derecho y libertad individual son primordiales, el individuo avanza y progresa. A su vez el bienestar individual en conjunto se refleja en la totalidad de la sociedad y la sociedad florece. Esta libertad individual debe encontrar el balance práctico con el bien común donde se establezcan funciones que también aseguren el bienestar común y protejan a la sociedad de excesos de individuos o corporaciones que pretendan abusar de las libertades establecidas. Encontrar ese balance dinámico que facilite el funcionamiento de una sociedad que progrese es esencial y requiere ajustes constantes para mantener el balance y evitar trabas que rompan el balance y precipite la sociedad hacia el extremismo.
En las sociedades donde el poder emana de un gobierno donde so pretexto de velar por el bien común, se establecen reglas de conductas unilaterales basadas en una ideología estática y concebida por élites, está destinada a fracasar y expuesta a ser usurpada, por quienes aprovechándose de la estructura monolítica e inflexible de dichos sistemas, se establecen en el poder como dictaduras totalitarias.
El poder debe emanar del pueblo y el gobierno debe administrar dentro de los límites impuestos por la constitución. Cuando un gobierno se cree supremo y con derecho de planificar y obligar a un pueblo a seguir sus designios, ese gobierno está de más y es derecho y deber del pueblo en conjunto, eliminar esa élite dictatorial y establecer las libertades individuales y colectivas que beneficien a la nación.
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Lo mas increible de las dictaduras es hay personas que prefieren vivir sin derechos y apoyan estos gobiernos.