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Por: Roberto Camba
¿Qué dosis de verdad puede soportar un hombre?
Friedrich Nietzsche
Dicen que empezó con la lucha por el retorno a Cuba del niño Elián González. Realmente fue mucho antes, puesto que la estrategia nunca cambió: silenciar e ignorar al adversario, repetir incesantemente mentiras hasta que fuera casi imposible distinguirlas de la verdad.
Idear, transmitir que el asalto al Moncada había sido una rebelión de sargentos, publicar en Bohemia de Enero de 1959 que la Revolución era verde como las palmas y jamás tendría nada que ver con la Unión Soviética, o narrar en televisión que los últimos cubanos morían abrazados a la bandera cuando la invasión de EE.UU. a Granada en 1983, son ejemplos. “Revolución… es no mentir jamás”.
Al monopolizar todos los medios de difusión inmediatamente después de 1959 y crear sus propios programas de enseñanza, los arsenales de armas quedaban todos en su poder. El enemigo podría tener ideas; pero nunca expresarlas públicamente.
Cuando Elián empezaron las Tribunas Abiertas y las Mesas Redondas… así con mayúsculas. Nunca entendí por qué estas manifestaciones de la Batalla de Ideas se transmitían al pueblo cubano si aseguraban que su abrumadora mayoría apoyaba la Revolución. ¿No era una batalla? ¿Quién era el enemigo? ¿Por qué enfilar los “cañones” hacia tus propios soldados?
Los oradores en estas “misas” no tenían que pensar, sólo recitar de memoria el “credo” revolucionario. En la Mesa Redonda los soldados no tienen que darle la cara al enemigo, sino al compañero que está al otro lado de la mesa.
El propio concepto de “Redonda” simboliza su molde interminable y monótono. Como en el periódico que funda el yanqui en Camelot en la novela “Un yanqui de Connecticut en la corte del Rey Arturo” de Mark Twain, los titulares de cada día de la semana eran idénticos: “El Rey se pasea por su patio circular”. No hay nada nuevo en un círculo vicioso.
#Cuba Todos los regímenes comunistas han coartado la libertad de expresión Clic para tuitear
Todos los regímenes comunistas han coartado la libertad de expresión. La única explicación para ello es que el terreno ideológico es donde son más vulnerables. Por ello rechazan continuamente el diálogo con la oposición, se niegan a compartir “la misma sala” con sus representantes durante la cumbre de Panamá, por ello le ocultaron al pueblo el “Proyecto Varela” y los debates con Edmundo García sólo se transmiten en Miami. Por ello Alarcón de Quesada luce ridículo ante Eliecer Ávila o los Castro en conferencias de prensa. Tener interlocutores les resulta incómodo. Aprendieron monólogos, no diálogos.
Los “combatientes” de las Brigadas de Respuesta Rápida les arman un acto de repudio a las Damas de Blanco. Gritan mucho para no escuchar las voces de estas valientes mujeres. Si no es suficiente traen una orquesta, arman un Plan de la Calle con niños gritando o un Carnaval. Si las Damas siguen expresando sus ideas las montan a la fuerza en un ómnibus y se las llevan.
La «Batalla de Ideas” es una paradoja. Sólo la pelean cuando han “matado” previamente al enemigo. Al otro ejército no se le permite disparar. Sólo así pueden ganar la batalla. En la Constitución cubana sólo tienes libertad de palabra y prensa “conforme a los fines de la sociedad socialista” (Artículo 53), de otro modo incurres en el delito de propaganda enemiga (Artículo 103 Código Penal).
La “Batalla…” se ha trasladado ahora al campo digital. Los “soldados” de la UCI y la Seguridad del Estado deben comentar los artículos de los medios de prensa oficiales, y de aquellos contestatarios refugiados en el único lugar que el Estado no puede controlar totalmente: la web. Compare los comentarios a los artículos de “Granma”, “Cubadebate”, “14 y Medio” o “Cubanet”. Como en los propios artículos, pareciera que hablan de países diferentes. La censura hace la diferencia. Los “soldados” reciben como medallas artículos de aseo o acceso gratis a Internet. En el país de los sin nada, con nada se estimula.
La idea ni siquiera es novedosa. Putin la aprendió en la KGB y la utiliza extensamente según reveló el periódico The Guardian. La diferencia es que Putin le paga mejor a sus trolls. Como toda estrategia de guerra, ésta tiene un punto débil. A estos “soldados” se les expone a las “armas” enemigas. Eventualmente contrastarán esas ideas con las que les han inculcado y las compararán con la realidad. Y conocerán la verdad… y la verdad los hará libres.
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