Tiempos de cambio: ¿Qué opciones tiene la oposición cívica en el proceso electoral cubano?

 

Por: Miguel Fernández Díaz

El Movimiento Democracia convocó para este martes 4 de abril a una conferencia de prensa, que dará a conocer cierta hoja de ruta proactiva hacia la transición democrática, a través de elecciones libres o plebiscito vinculante, con ánimo de impedir la sucesión de dictadores a dedo tras el anuncio hecho por Raúl Castro, hace cuatro años, de jubilarse como Jefe de Estado y Gobierno el 24 de febrero de 2018.

Sólo que nada podrá impedirlo y el anticastrismo tiene que ajustarse a la realidad. Ni tiene fuerza política dentro de Cuba para contrarrestar al régimen ni tiene apoyo efectivo fuera de ella.

Las denuncias de violaciones de derechos humanos no frenaron a Washington para restablecer relaciones diplomáticas con La Habana ni a la Unión Europea para abandonar la Posición Común. No tiene sentido consolarse con que Obama fue un traidor. Tampoco Trump va a resolver nada. Ni hay que cogerla con Europa por dar marcha atrás, porque ya viene llegando la sexta década del castrismo sin atisbo de que la nación cubana marche adelante.

El juego político se decide por los propios cubanos dentro de la Isla, puesto que fuera de ella solo puede hacerse política simbólica y enviar ayuda, que como no busca ni propicia levantarse en armas o en revuelta popular no deja otra opción que atenerse a las reglas del juego del régimen para oponérsele.

Dentro del juego

Las reglas del juego político están definidas por las leyes vigentes. No hay concesión ni se otorga legitimidad al régimen por valerse de sus leyes. Por el contrario, acorralarlo con ellas y mostrar cómo el propio régimen va contra ellas resulta instrumental para deslegitimarlo.

Tal es el propósito del folleto Enfoque jurídico de la oposición cívica, orientado a facilitar la defensa de las víctimas de la represión frente a los represores. Antes que preparar hojas de rutas y tantas otras propuestas declarativas sería mejor atacar al régimen con quejas y peticiones a su cancillería por la demora inexplicable en ratificar los pactos internacionales de derechos humanos, firmados en 2008; con quejas a los fiscales por cada abuso de la policía, para tenerlo bien documentado con respuesta oficial del propio Estado en vez de con tan sólo el testimonio de las víctimas; con solicitudes de amparo judicial contra los decomisos ilegales de la policía y con demandas judiciales por los daños y perjuicios que a las viviendas de los opositores causan las turbas protagonistas de actos de repudio; con denuncias por delitos contra los derechos individuales, que están definidos y sancionados en el Código Penal sin que nadie se acuerde de ellos, ni siquiera las víctimas.

Pudiera replicarse que los represores siempre harán lo que les dé la gana y acabarán saliéndose con la suya, pero así y todo valdría la pena agotar las vías legales dentro para sólo entonces llevar la discusión afuera bien sazonada con las justificaciones de los victimarios, a quienes sus propias leyes obligan a dar respuesta fundada a las quejas, peticiones, solicitudes, demandas y denuncias de los ciudadanos.

La alternativa sería tomar las armas o las calles, que están bajo control de los victimarios. Y como nadie seguirá jamás a las víctimas, los opositores seguirán siendo víctimas de la represión sin poder llevar adelante la política real, que exige apoyo popular masivo.

Papeles secundarios

Muchos dirán que todo lo anterior sería un papeleo, pero esos papeles serían mucho mejores para secundar la labor opositora entre el pueblo que las hojas de ruta, proyectos de leyes, solicitudes de plebiscitos, cartas abiertas y tantas otras papelerías pasadas y presentes.

Tómese por ejemplo el más reciente ademán de Berta Soler, quien entregó en la Fiscalía General “un informe de represión del 2016 hasta la fecha”, que también remitió a la delegación de la Unión Europea en Cuba y a la Nunciatura Apostólica.

La Fiscalía no está obligada por ley a recibir semejante informe. Por eso puede tirarlo al cesto sin revisarlo siquiera. Otro gallo cantaría si, en lugar del informe, se interpone una queja a la Fiscalía por cada acto represivo concreto. El fiscal actuante estaría obligado por ley a dar respuesta; si esta no es satisfactoria, cabe todavía otra queja al fiscal superior. Y como la respuesta definitiva constaría por escrito, el asunto pudiera llevarse a cualquier parte más allá de los dimes y diretes acostumbrados.

A su vez las declaraciones de cajón de la Unión Europea y la Nunciatura, si atinaran a hacerlas, darían pie tan solo a repuestas diplomáticas de cajón del gobierno, que como siempre alegará que los derechos humanos son asuntos internos y que el informe presenta como represión la reacción de las autoridades frente a unos revoltosos que violan la ley.

Es lamentable que el anticastrismo, luego de vivir de desengaños por tantos años, muera de ilusiones con la oposición actual. Para evitarlo no queda más remedio que ir al juego político dictado por la ley electoral del castrismo, porque no hay otra.

¿Hoja de ruta en Miami?

Ninguna hoja de ruta en Miami u otro enclave del anticastrismo fuera de Cuba conducirá a elecciones libres dentro de la isla. Ellas presuponen una ley electoral muy distinta a la vigente y esa nueva ley solo podría darse por un parlamento distinto al realmente existente. Y resulta que este último parlamente solo podría cambiarse conforme a la ley electoral vigente, a no ser que la gente se tire a la calle como en 1933 para tumbar a Machado o como en 1959 para vitorear a Fidel Castro.

Por lo demás, el llamado plebiscito vinculante es superfluo. Todas las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional son ya plebiscitos, en tanto todos los candidatos son -por ley- candidatos del gobierno. Votar por cualquiera de ellos es el Sí y votar por ninguno, el No.

También por ley, las elecciones municipales comienzan con las asambleas de nominación de candidatos en los barrios, este abril. Aquí no vale lamentarse de que estén controladas por el único partido, porque allí mismo, en los barrios, es dónde la oposición tiene que hacer valer su prédica del pueblo como fuente y razón. El anticastrismo tiene que desechar la justificación de la mayoría silenciosa, porque las mayorías tienen connotación política tan solo al manifestarse.

De la ley a la ley a través de la ley

Así reza la fórmula clásica de la oposición cívica. Enfocarla jurídicamente no está dictado por intereses de tal o cual organización política o parapolítica, sino por la necesidad de cambiar el foco, ya que no podido logarse absolutamente nada en más de medio siglo a la luz de la actual oposición.

A falta de balas nada parece más atinado que tirarles a los represores con sus propias leyes e ir avanzando de reclamación en reclamación para ponerlos en la picota pública por violación de su propia legalidad.

El enfoque jurídico no salvará a la patria ni tiene su éxito predestinado, pero al menos guarda relación de medio a fin y así se desmarca de muchos otros empeños contra la dictadura de partido único.

Publicado en el sitio: Café Fuerte

 

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One comment on “Tiempos de cambio: ¿Qué opciones tiene la oposición cívica en el proceso electoral cubano?
  1. // Ni lo uno ni lo otro //

    Nada de hojas de ruta ilusas sin fundamentos, pero nada tampoco de «de la ley a ley», ¡porque no hay ley respetable ni respetada en Cuba! Lo segundo es tan iluso y sin fundamentos como lo primero.

    Y no es cierto que «la alternativa sería tomar las armas o las calles». Lo que hay que «tomar» y se puede tomar es las casas y las mentes de las personas.

    La actividad principal y mayor tiene que ser en privado, comunicando ideas, proyectos y labores a ejecutar. Desarrollando la consciencia social de las personas. Las que entonces *están convencidas y preparadas* para interactuar con los conciudadanos conque tienen contacto, en el trabajo, en un comercio, en un transporte público, **en las universidades**, etc.

    Si los proyectos y los dirigentes son buenos, el conocimiento de ambos va expandiéndose en la sociedad. Entonces, cuando alguien del régimen trata de obtener algo de una persona, ésta puede decir «no, la Cuba que estamos desarrollando es sin nada de eso, conmigo no cuente, es más, ¡incorpórese a nuestra actividad o se quedará fuera de todo!». Entonces, cuando alguien se va a jugar la vida escapando de Cuba muy probablemente habrá alguien informado y confiado en el futuro que se está desarrollando y ¡le dirá y explicará que no tiene sentido correr riesgos, porque vamos a tener una Cuba excelente! O cuando algún profesional va a dejarse explotar en el extranjero se le explica que no hay razones para hacerlo, que Cuba lo necesita.

    Pero «lo malo» es que lo anterior requiere trabajo… Muchos prefieren vivir de seguir haciendo «algo» y dando largas.

    Y mientras tanto Cuba sigue hundiéndose en miseria, sufrimientos y degradación. Tan responsable de ello es el régimen como los que no actúan con efectividad para cambiar la situación.

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