Por: Pedro Acosta.
Mi generación no pudo disfrutar de sus presentaciones ni por televisión; solo lo conocimos a través de algún que otro extraviado “long play”, una perdida “placa” o por una pequeña y oscura foto publicada en Bohemia.
Me asaltan, en el recuerdo, la impotencia y el desprecio. Consciente que a la niñez y la juventud de los sesenta nos habían violado y, por demás, castrado. Sufrimos atropellos e imposiciones. Abusos que mi generación, en su juventud, tuvo que encajar, y para mayores males atragantarse con las réplicas. Aunque en ocasiones explotábamos, era demasiada la presión, corrían los sesenta en esta Cuba “humanista”, revolucionaria y en primer lugar Fidelista.
Generación engañada, utilizada, y perdida. No podíamos oír música rock sin ser tildados de descentrados ideológicos, de conflictivos, generación que no podía llevar pelo largo, ni usar pantalones ajustados sin que nos consideraran desviados, aberrados sexuales, en otras palabras, para ellos, homosexuales éramos.
Que te griten “pájaro”, “pato”, que la Directora de tu Preuniversitario diga que: “No todos los peludos son pájaros, pero todos los pájaros sí son peludos”, no da morriña, lo que da es coraje y furor.
El régimen consideraba a los Rolling, Los Beatles, y a toda agrupación o músico “peludo”, como subversivos. Un peligro para la “perfecta” e impoluta juventud que decían estaban formando. Tan amenazadores eran estos “degenerados” músicos que mostraban el pelo largo, usaban apretados jeans y hacían que la juventud se contorsionara y disfrutara con su música. Tan crueles eran, que en múltiples ocasiones vimos a jovencitas llorando, delirando y desmayando por su sola presencia y por sus temibles cantos.
John Lennon era tan bélico, que cuando nuestro “pacifico” régimen estaba metiendo baza y armas en infinidad de países del Tercer Mundo, él estaba componiendo “Imagine” y realizando multitudinarias manifestaciones contra la guerra en Vietnam en los propios Estados Unidos.
Recuerdo que estando en sexto grado, en 1963, al salir al recreo mis amiguitos de aula empezaron a gritarme: ¡chulito, chulito! Los miraba sin saber por qué me gritaban aquello, hasta que uno dijo: ¡Si miren, tiene puesto un “Pitusa”! -Pitusa, era una marca de jeans fabricados en Cuba- Me asombré más, pues siempre llevaba este tipo de pantalón a la escuela.
Todo se me aclaró, en parte, cuando mis padres me dijeron que el problema había sido porque Fidel, en su discurso de la noche anterior, la había emprendido contra: “Esos jóvenes de aspecto feminoide, que andan en Pitusas y con el pelo largo…..” Arenga que fue el preámbulo de la creación de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, las bochornosas UMAP.
¡Opresores!, prohibirle a la juventud que escuchara determinado tipo de música, y que vistiese a la usanza de la moda internacional; imponiendo siempre sus retrógrados, viscerales y reaccionarios criterios, amparados por la poderosa fuerza que da la razón del poder.
Cuarenta años después, la televisión muestra a Fidel en el parque John Lennon, bautizado así años antes por un grupo de músicos cubanos quienes en nombre de mi generación justamente tomaron venganza del régimen y del propio omnipresente, que ya no está en la tierra. Era el veinte aniversario de su asesinato y La Habana rendía homenaje a la personalidad de Lennon situando una estatua en el parque que lleva su nombre. Ver al Comandante en ese acto molestó bastante a muchos. ¿Qué hacía allí?
Para merecer estar presente, ante todo, debió elevarse en aquel escenario, y como espléndido tribuno, pedir disculpas a Lennon y a una gran parte de la juventud cubana de aquellos tiempos; estigmatizada por su régimen y en primera instancia por él.
Allí expresó, con la mayor lozanía del mundo, que era una lástima no haber conocido antes al músico, ya que ambos eran unos soñadores. La ira sonrojó el rostro de los presentes. Su presencia fue para él una muy oportuna mascarada.
Los insuperables estándares que pretendieron establecer en todas las esferas de la vida del país, con sus cavernícolas criterios están -desde hace tiempo- siendo desechados cada día más y por muchos, incluidos ellos mismos, que ahora, medio siglo después, pretenden, locamente, “desfacer entuertos”. ¡Dan pena!
Para contactar con el autor escribe a: pednika51@gmail.com
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