De niña a mujer en Cuba

 

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Por: Marcia Castillo Álvarez

Hoy me he levantado con muchos pensamientos y recuerdos que estoy tratando de ordenar, y me parece increíble cómo pasa el tiempo y nosotros con él. Recuerdo cuando niña, cómo soñaba y visionaba el futuro, siempre queriendo ver más allá. Fui criada en un hogar humilde de origen campesino, con mucho agradecimiento a Fidel y a la revolución, donde solo escuchaba logros y cosas buenas, pero de los errores no se hablaba. Como niña no me cuestionaba, porque en mi fantasía para mí todo el mundo era bueno. En el hogar, la cuadra, la escuela, me desarrollé como martiana, patriota y revolucionaria. Cuando veía al comandante en la pantalla lo veía como un gigante infalible. Junto a mis compañeros de aula me preguntaba cómo sería el día en que muriera el líder, de qué forma iba a ser, cómo reaccionaría el pueblo, y qué acontecería.

Hoy todo es diferente, ya no soy aquella niña, y a diferencia de aquellos tiempos hoy tengo muchas preguntas, cuestionamientos, y mi manera de pensar ha cambiado. Me pregunto cómo un hombre que ha impuesto su manera de pensar, su ideología, su pensamiento, sin embargo, trasciende hoy en la historia. Cómo millones de cubanos reconocen sus logros, cuando en otras muchas áreas nuestro país se ha quedado paralizado en el tiempo. Es imposible no hablar de estas cosas que nos tocan todos los días muy de cerca.

Cómo un hombre que luchó por una sola clase social, “ los humildes”, tuvo a su disposición el carro que quiso, mientras el pueblo apenas tiene una bicicleta, cómo participó de banquetes deliciosos, cuando a la clase obrera no le alcanza su salario para comer, para qué hablar de los cayos y cotos de caza, los hoteles de lujo y lugares que visitó, cuando solo un cubano puede ir si reciben una ayuda del extranjero o su familiar viene, y en ocasiones cientos han muerto sin poder ni siquiera conocer la capital de todos los cubanos. Si continuara citando ejemplos me demoraría mucho en terminar, lo cierto  es, que nos quieren hacer ver algo que en realidad no existe.

Hoy yo me pregunto, ¿vale la pena invertir nuestro tiempo en homenajear a una persona que manipuló, engañó, abusó, mintió, solo para mantener el poder? ¿Podemos enseñarles a los niños de hoy a seguir el ejemplo de una persona que sus hechos no se correlacionan con sus principios, palabras e ideas?

Yo les invito a que reflexionen y decidan qué seguir, qué enseñar y qué recordar. Pero que más allá de las diferencias, todos juntos podamos apostar por un país mejor, donde el hombre sea libre de verdad, para escoger y actuar, y que la persona que nos dirija la podamos conocer y elegir realmente.

 

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