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Por: Kaned Garrido
Las campañas electorales son un juego intenso de alianzas, debates y competencia por obtener el poder. Los políticos deben buscar y pedir el voto a las personas que precisamente gobernarán. Esta es, al menos, la idea que viene desde la República Romana y que luego se desarrolla en la Ilustración: Los ciudadanos escogen quien los gobierna.
Pero tiene sus matices. Las elecciones oscilan entre la corrupción y los idealismos. Se enfrentan las ideas y las personalidades, mientras los grupos de interés tratan de resaltar y ser incluidos en las agendas de gobierno.
Este proceso es el que marca toda la estructura de poder de una nación.
¿Responderá el político a la mayoría de los ciudadanos que lo votaron o a las empresas que lo financiaron? ¿Tal vez favorecerá a los personajes oscuros que lo ayudaron a ascender?
¿Su discurso será manipulador y ostentoso, prometiendo el cielo y la tierra, o será una campaña seria con argumentos y propuestas aterrizadas? ¿Primará la razón y las emociones sinceras o se contagiará por los escándalos sexuales y los rumores sin comprobar?
La respuesta más importante que queremos suscitar con esta serie de artículos es la siguiente:
¿Cuál es el tipo de campaña política que queremos ver en una democracia cubana?
Ganar unas elecciones en la Antigua Roma
Nos trasladamos a la Roma Republicana. Un candidato rico y ambicioso se presenta ante el Foro Romano. Ante las miradas expectantes declara su intención de aspirar a una magistratura.
Comienza una revisión exhaustiva para comprobar que es efectivamente un ciudadano romano, que tiene la edad mínima, no desempeña un cargo público en el momento ni se encuentra en un proceso judicial. Entonces su nombre es incluido en la lista de aspirantes. ¹
Listo para competir, el candidato se viste con una toga blanca o “cándida”. En los siguientes días los ciudadanos de Roma podrán distinguirlo en las calles por esta vestimenta blanca como un candidato a un cargo de la República. De esta toga “cándida” que usaban en las elecciones romanas nace el término en castellano “candidato”. ²
Arranca la campaña, A diferencia de los debates televisivos de la actualidad, los candidatos romanos evitan la discusión de ideologías y propuestas. Tomar una postura en específico le podría sumar enemigos en el gobierno. ¹
Nuestro aspirante se concentra en demostrar sus méritos personales, resaltar el prestigio de su familia y poner en práctica sus habilidades de oratoria. ³
También entran en juego las alianzas. Roma es una ciudad de más de un millón de habitantes, pero no todos votan y ciertamente, no todos importan para las elecciones. Su principal objetivo son las personas de mayor influencia, son estas las que decidirán el curso de su campaña.
Buscar el voto de estos ciudadanos de primera clase requiere toda una ceremonia de encantación. Para esto, sus esclavos le ayudan, le recuerdan los nombres de los votantes y le “susurran” todo lo que debe saber sobre ellos.
Celebra banquetes, festeja los triunfos y reparte aceite gratis. La publicidad electoral llega a las arenas del Coliseo, pues las luchas de gladiadores son un gran escenario para acercarse a la plebe y promover su nombre.
Dada la atención que le ponen los romanos a la procedencia familiar los monumentos funerarios son las vallas publicitarias de la época. Mientras más ostentoso sea el mausoleo, más impresión puede causar en la opinión pública. ₄
Están en juego los cargos públicos de una expansiva y militarizada civilización. Cada gramo de poder en la República es codiciado. Así que muchos candidatos se desesperan y recurren al soborno. Terminan organizando redes para la compra ilegal del voto.
Algunos casos como Cayo Verres llegaron a la gobernación de provincias muy ricas sobornando a sus electores. Pero ya existen leyes penales que castigan estas prácticas.
Es hora de votar. Los romanos escriben el nombre de su candidato favorito en tablillas que se recogen en cestas de mimbre (“cistae”), una por cada distrito electoral. El voto es secreto, aunque siempre hay formas de manipular y presionar la votación.
Después del escrutinio, los elegidos juran pleno respeto a la ley y se convierten en magistrados electos, en espera de posesionarse en su cargo. ³
Así termina una campaña política en la Antigua Roma. Lo fundamental para ganar es (además de la riqueza), el carisma personal y la capacidad de transmitir liderazgo. No tenían las fotos, spots televisivos ni posts en redes sociales. Eran campañas en contacto directo con el pueblo.
Pero ya podemos ver cómo se enfrentan a los mismos problemas que padecemos en el mundo actual, más pronunciados en América Latina: La corrupción, el soborno, la manipulación y la exclusividad de las élites para competir.
¿Podemos aspirar en Cuba a una democracia más radiante que la romana?
Construir un mausoleo a los derechos ciudadanos.
Poner nuestra toga blanca de libertad en la historia.
Fuentes
- Campañas Electorales Romanas
- Definición de Candidato.
http://definicion.de/candidato
- Ser candidato en la República Roma
http://anatomiadelahistoria.com/2011/06/ser-candidato-en-la-republica-romana/
- La publicidad electoral en la Antigua Roma. María José Bravo Bosch
http://local.droit.ulg.ac.be/sa/rida/file/2010/09.BravoBosch.pdf
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