Por: Kaned Garrido
La política también está en la libra de arroz. ¿Tiene algún sentido continuar ignorándola?
Hay una razón por la que no nos gusta la política y es porque puede revelar los peores ángulos del alma. Pero también puede descubrir los mejores. Es complicada, así como la física, la química y la astronomía. Pero estas ciencias naturales suelen llevarnos a respuestas exactas y concisas.
Hay científicos que idean grandes teorías. Sin embargo, los mismos genios muchas veces no quieren meterse en la tormenta de las discusiones políticas, porque estas suelen estar llenas de interpretaciones, de polémicas, de insultos que van de un lado al otro. Trincheras que parecen irreconciliables. Ni siquiera los expertos le ponen punto final a los debates. Un graduado de ciencia política puede ser tanto de derecha como de izquierda.
Nuestro caso es aún más complejo. Porque hemos escuchado una sola voz por muchos años. Un mismo discurso, unas mismas palabras, unas mismas consignas. Y lo peor que tienen es que siempre sentimos que están desconectadas de nuestra realidad.
Por eso tratamos de evitar la política, de pasarle por el lado como si no existiera. Nos centramos en lo “práctico”. Pero hemos olvidado que la llave para resolver nuestros problemas está precisamente allí. Y en este momento no hay nadie a quien le afecta más la política que a un cubano.
Lo que tienen el capitalismo y la democracia liberal es que dejan tranquilo al ciudadano. El estado se reduce al mínimo. En la mayoría de las democracias la gente decide si se levantan el domingo a votar o si se queda en su casa. Tienen la posibilidad de vivir su vida fuera de la política.
Chile y Eslovenia encabezan la lista mundial de países donde menos se vota, con un 58% y un 57%, respectivamente. Es decir que de cada 5 chilenos que podían votar solo 2 participaron en las elecciones del 2013, que le dieron la victoria a la presidenta Michelle Bachelet. ₁
En la lista de los países con mayor abstención electoral le siguen Mali (54,2%), Serbia (53,7%), Portugal (53,5%), Lesoto (53,4%), Lituania (52,6%), Colombia (52,1%), Bulgaria (51,8%) y Suiza (50,9%). ₂
Esta indiferencia degrada las democracias. Los activistas en todo el mundo les ruegan diariamente a los ciudadanos que no se distancien de la política, que la corrupción está afectando su bolsillo, que la crisis en el Medio Oriente repercutirá en su país y que los fraudes de los políticos hacen que las calles se pavimenten mal.
Es cierto, la política afecta a todas las personas del mundo, pero sobre todo a los cubanos.
¿Por qué somos tan especiales?
El hecho de ser un régimen con características totalitarias implica que el estado tiene un inmenso papel en la vida de la gente. El gobierno controla los precios, los salarios, las empresas, los medios de comunicación, la educación y muchas de las decisiones que deberían ser individuales.
Es el rol que adoptó el sistema cuando tomó el camino de la centralización. Nada queda fuera del gobierno. Todo se politiza, desde un torneo de boxeo hasta lo que se dice en las escuelas. En cada precio del agro hay un dirigente detrás y una decisión que se tomó a puerta cerrada. Incluso si te vas del país, aún te persigue la politización, tienes que pagar frecuentemente la renovación del pasaporte, aunque no sepas exactamente hacia donde irá el dinero.
¿Es posible entonces para los cubanos apartarnos de la política?
Sería increíble pensar cuán diferentes serían nuestras vidas personales si el sistema fuera mejor: cuántos amigos y familiares veríamos diariamente sin no hubiera tanta emigración, en qué estaríamos trabajando, cómo sería nuestra casa, en qué provincia viviríamos, cómo sería nuestro transporte, qué comeríamos, de qué hablaríamos…
Pero podemos cambiar nuestra situación, podemos meternos en la arena política, girar el tablero de ajedrez a nuestro favor.
Para quienes les gusta la política, hay un espacio esperando por ellos. Pueden liderar el cambio, idear sus propuestas y lanzarlas. Hay miles de soluciones desconocidas para los problemas del transporte y los salarios. Son respuestas que esperan ser encontradas.
Los que prefieren seguir siendo médicos, carpinteros, deportistas o maestros pueden votar a alguien que los represente, alguien que dé la pelea. Y esto no se limita a un presidente, de hecho, es más importante elegir a un parlamento que a un gobernante. Las presidencias cambian, pero los parlamentos se mantienen por décadas y son los que construyen las políticas a largo plazo.
Podemos escoger quien representará a nuestro barrio y se batirá para que aumenten las guaguas y pavimenten las calles. Personas que elijamos directamente y sin la presión del estado.
No todos quieren ser políticos, pero todos queremos ser ciudadanos.
Fuentes:
La abstención histórica en las elecciones en Chile.
Publicado en este sitio en julio del 2015
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// Sencillo //
La gente no vota porque rara vez hay candidatos que sirvan, y los que votan lo hacen por «el menos malo» a su entender.
Sencillo (aunque requiere *trabajo*): Desarrollemos pollíticos-gobernates que sirvan, con mentalidad y proyectos sustanciosos, prácticos y convincentes.