La prisionera número 78651 de Auschwitz ha muerto  

 

Simone Veil

 

Por: José M. Presol

 Ayer, 30 de junio, fue un día triste no solo para Francia y Europa, sino también para todo hombre y mujer amante de la democracia, la libertad, la igualdad y la paz. Ha muerto Simone Veil, la prisionera número 78651 del campo de concentración de Auschwitz.

Simone nació en Niza, en 1927, le faltaban unos días para alcanzar los 90 años. Su familia era de clase media, el padre de profesión arquitecto, de origen judío, pero no practicantes. En 1944, cuando contaba 17 años de edad, fue hecha prisionera, junto con sus padres, una hermana y un hermano, por las tropas nazis, ayudadas por colaboracionistas franceses. Las mujeres fueron enviadas al campo de Auschwitz, los hombres murieron, en un punto indeterminado, en su traslado a otro campo en el Báltico.

También fue hecha prisionera otra hermana, pero fue recluida en Ravensbrück, pues era miembro de la Resistencia.

En Auschwitz, a las puertas de las “duchas” de gas, una prostituta polaca que ejercía de guardiana decidió, por razones que nunca estuvieron claras, que ella, su madre y hermana no debían morir entonces. De esa guardiana se sabe que su nombre era Stenia y no siempre se comportó con esa “humanidad”. Nunca fue juzgada, no tuvo tiempo, las tropas británicas que liberaron el campo la colgaron de un árbol.

Esa salvación y su destino en las cocinas, dieron inicio a meses de hambre, miedo, humillaciones, un constante olor a carne quemada y la experiencia de ver a su madre morir de tifus a su lado.

En enero de 1944, ante el avance de los aliados, fue obligada, junto a otros miles, a emprender, a pie y entre la nieve, la llamada “marcha de la muerte”, hacia los campos, primero, de Mauthausen y, luego, de Bergen-Belsen.

A su liberación regresó a Francia, donde acabó sus estudios y se incorporó a la magistratura, iniciando su primer acto de rebeldía política. En aquellos años, en la civilizada Europa, una mujer podía tener una cuenta en un banco, pero no podía disponer de su propio dinero, sin autorización de su esposo. Un día la citó el director de su banco; se habían dado cuenta que tenía unos ingresos superiores a la media de una mujer y que estos venía precisamente de su salario como magistrada. La reunión era para decirle que con ella, por sus características, iban a hacer una excepción y que podría disponer de su dinero sin permiso alguno. Ella se opuso radicalmente: todas las mujeres iguales y ninguna distinta; y empezó su lucha por la erradicación de esas normas.

Pero esa no fue su única batalla, pronto destacó por la defensa de los Derechos Humanos de los prisioneros de la Guerra de Argelia; y pasó, en los 60, a participar activamente en política, siendo para muchos una derechista seguidora de las ideas de De Gaulle así como por su apoyo al Presidente Sarkozy, ya al final de su carrera, y, por otros, también muchos, una izquierdista socialdemócrata por sus reivindicaciones.

Fue un Presidente socialista, Georges Pompidou, quien le propuso que ocupase un puesto en el Gabinete de Justicia, convirtiéndose, poco después, en Secretaria General del Consejo Superior de la Magistratura.

En 1974 el entonces Primer Ministro gaullista Jacques Chirac le propone ser Ministra de Salud Pública y acepta, dando a Francia una ley legalizando el aborto y normalizando el uso de los anticonceptivos, la cual se conoce como “Loi Veil”, y que, orgullosamente, decía que ya era historia y que la prueba estaba en que sus nietos la estudiaban en el colegio.

Esa Ley le costó enfrentamientos con muchos compañeros, incomprensión e incluso ser llamada nazi por algunos extremistas. Curiosamente, aunque claramente no estaba de acuerdo, la jerarquía de la Iglesia Católica, lo único que le pidió fue algo tan razonable como que los trabajadores sanitarios que no quisiesen participar en un aborto por motivos de conciencia no fuesen obligados a hacerlo. Tan lógica era la petición que se incorporó a la Ley.

Cinco años más tarde, en 1979, se convirtió en la primera mujer Presidenta del Parlamento Europeo, pero además fue la primera persona en ocupar ese cargo partiendo de unas elecciones democráticas, lo cual era un orgullo para ella, europeísta convencida como era.

En los 90, Edouard Balladur la llama para ocupar nuevamente un ministerio en el Gobierno Francés, el de Asuntos Sociales y Sanidad. Más tarde pasó a formar parte del Alto Consejo para la Integración, del Consejo Constitucional de Francia, y a presidir la Fundación para la Memoria del Holocausto.

Finalmente, desde 2008, era miembro de la Academia Francesa, cargo en el que se ostenta en determinados actos, y por tradición, un sable. En el suyo hizo grabar tres cosas: 1) 78651, su número en Auschwitz; 2) el lema de la República Francesa: “Libertad, Igualdad, Fraternidad” y 3) y la frase-símbolo de la Unión Europea: “Unidos en la Diversidad”.

Murió retirada, por su avanzada edad, de toda actividad política, pero aún activa en la divulgación de sus ideas.

 

 

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Jose Manuel Presol

Nací en la capital de “la Tierra más hermosa que ojos humanos vieran”, un 23 de septiembre de 1952. Salí un 30 de septiembre de 1967, con quince años recién cumplidos y, por el horizonte, empezaba a salir el Sol. No he regresado. Estudios superiores, medios o básicos en muchas cosas, fundamentalmente: Economía, Industria Alimentaria, Agroindustria, Finanzas y Gestión de Proyectos, Transporte, Logística. Vicioso de la lectura. Aficionado a la Historia. Miembro de Somos+. Espero volver algún día, mejor dicho: estoy seguro que volveré y que acabaré de ver salir el Sol.

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