Soy de la generación del 80 y uno de mis mas antiguos recuerdos surge cuando tenia entre cuatro y cinco años de edad, es el destello de una fuerte luz blanca que nos enfoca desde un total oscuro, junto a esa imagen también veo a mi padre y a uno de mis tíos sentados en un piso de madera de espaldas y con las manos atadas. Pasaron varios años hasta que mi familia decidiera contarme que aquello con lo que tanto soñaba se trataba de un hecho real: a mediados del año 91 nos encontrábamos a ocho millas de las costas de Bahía Honda (Pinar del Río) antes de ser interceptados por un barco guardacostas en un intento de salida ilegal del país, hecho que le costo un tiempo en prision a mi padre, pero que no lo detuvo en su afán por brindarnos un mejor futuro y juntarnos con la otra parte de la familia que vivía a 90 millas de distancia, a medida que iba creciendo, recuerdo despedirle mas de una vez en la sala de mi casa, aunque cada una de ellas (por suerte para mi) acababa con un abrazo de bienvenida ya que por un motivo u otro no terminaban de concretarse. Finalmente en el 2009 nos enteramos de la apertura hacia Ecuador y la llegada inminente del servicio militar fue lo que me hizo tomar la decisión definitiva, mi conclusión fue «para perder dos años en el servicio, me voy a Ecuador y tengo ese tiempo para estabilizarme y decidir lo que realmente quiero.»
Siendo sincero en esa época no tenia idea de la situación real del país, solo sabia que estaba mal, pero no sabia porque? Ni siquiera tomaba en consideración que fuera a haber un cambio, simplemente no pensaba en ello y cuando lo hacia me tranquilizaba el hecho de que «por cuestión de calendario, al menos se que viviré para verlo»
Hoy debo admitir que me siento muy contento y orgulloso, imaginaba verlo, pero tener la oportunidad de participar en un movimiento que avanza hacia el ya es otra cosa, es como la gasolina de mi día a día, si algo herede de mi padre es la constancia por lograr aquello en lo que estamos enfocados y para mi es un deber aportar mi grano de arena hoy, para que mañana la familia cubana no tenga la necesidad de elegir entre separación y supervivencia.
Nelson Olmo
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Ese «Bahía Onda» del que escribe Nelson me recuerda a Bahía Honda.