Javier Cabrera
Wikileaks ha publicado una serie de documentos que desvelan herramientas de hacking que utiliza la CIA. En este caso son herramientas y huecos de seguridad en varios dispositivos, que permitirían a un hacker leer o escuchar conversaciones. Aunque el antiguo director de dicha agencia ya ha dicho que estas herramientas no se utilizan contra ciudadanos americanos, el debate ha quedado servido. Hasta el momento las filtraciones no evidencian como se han explotado estas vulnerabilidades, y se ha puntualizado que el camino dentro de USA es siempre a través de un Juez Federal que autorice la vigilancia.
El caso recuerda al de Edward Snowden, el analista norteamericano que reveló los métodos de otra agencia, esta vez la NSA. En esa ocasión, se hablaba de la recolección masiva de datos de ciudadanos americanos y en el exterior, incluidas las llamadas de algún país completo. La diferencia entre la NSA y la CIA es que la primera trabaja con datos masivos e intenta crear vulnerabilidades; la segunda trabaja con personas y explota vulnerabilidades existentes.
Vivimos en un mundo cada vez más conectado. También es verdad de que es un mundo con más terrorismo y narcotráfico. Es en este contexto donde encontrar el balance se hace complicado. Según algunas encuestas, en los últimos tiempos el 28% de los americanos cree que se ha ido muy lejos restringiendo libertades civiles, contra un 56% que cree que se debe hacer más para proteger el país. La sociedad, los jueces, el debate, los medios, la opinión pública y hasta las futuras elecciones darán forma a este asunto, y aunque tomará algún tiempo, todos estamos llamados a participar y a opinar.
Y, ¿qué creemos en Cuba? Todos los ciudadanos sabemos que, a diferencia de USA donde se necesitan miles de herramientas sofisticadas, la vida digital cubana es totalmente pública: 100% de las llamadas son grabadas, los correos nauta leídos y almacenados, 100% de tu actividad de internet e historial almacenados con cuidado, 100% de casi todo. Incluso se trucan hasta las antenas wifi para robar correos de internet mediante la manipulación de las DNS o se cortan arbitrariamente servicios de SMS para restringir tu derecho a los mensajes, algo por lo que realmente pagas.
Y hay mucho más. Ante la falta de herramientas para hackear información, la nueva moda es confiscar, o debemos decir ROBAR los dispositivos, a la espera de que con el paso del tiempo se desvelen las herramientas que permitan accesarlos. Es lo que en Cuba llamaríamos sustitución de importaciones por “soluciones nacionales”, cambiando frikis por uniformados con derechos de ladrón. Y si de casualidad alguna vez te apartaste unos minutos de la línea oficial gubernamental, entonces hoy eres un punto verde en una pizarra de triangulación de teléfonos celulares en un puesto de mando del MININT.
Nuestra sociedad analógica no está lista para un debate de envergadura como este, sobre todo porque el hackeo nacional no es para luchar contra el terrorismo y el narcotráfico, sino que cumple claramente una función de control de la opinión política y la vida ciudadana. El analfabetismo digital, la desactualización tecnológica y la tecnofobia gubernamental, no nos dejan avanzar. Si un turista ve a Cuba como un país congelado en los 50 por sus autos; un informático o un millennial nos percibe como una tribu de recolectores, cazadores y pescadores.
Este no es un debate a lanzar por la disidencia. Es una exigencia que tenemos que hacer como sociedad. Permitiendo la violación masiva de nuestra vida digital sin ser terroristas o narcotraficantes y sin la existencia de jueces imparciales, es entregar las herramientas para que te controlen e intenten destruir a su antojo. No importa si eres opositor, comunista o «de los que no se meten en nada». Recuerda que en donde todo es ilegal o alegal, un simple roce te puede cambiar la vida. Cuba ha anunciado que prepara un nuevo reglamento de Seguridad Informática, y este será un buen termómetro de a donde vamos. Estemos atentos y no permitamos más intentos de enjaular INTERNET y condenar nuestra privacidad. No queremos y no necesitamos más policías de internet, necesitamos simplemente Internet.
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Javier Cabrera
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Sí, sí, estén atentos… y «no permitan» lo malo…