Por: Dariem Columbié
Te despiertas. Aún es de madrugada. Piensas que ese día va a ser diferente. Que quizás sí puedas alcanzar algo de comer para tu familia. Alistas tus cosas:
No necesitas más para salir a cazar.
La jungla donde vives a(penas) amanece. La gente, ya en las calles, anda en procesión en busca de lo mismo.
Son las frases que mueven tus días.
Antes de este año, la situación en Santiago de Cuba ya era crítica. No había dinero para comprar alimentos, todo se perdía a ratos y la mesa cada día se mostraba más desnuda ante la impotencia para darle de comer a una familia obrera promedio. El país levitaba de crisis en crisis y ya la tiranía se iba quedando sin excusas.
Con la llegada del coronavirus todos vimos las tiendas, que considerábamos vacías desde antes, abarrotarse de gente desesperada que salía con frustración en los ojos. Solo habían latas de atún, las que nunca habíamos comprado por ser muy caras (una lata significaba la mitad del salario de un mes). Día a día la situación se agravó y tuvimos que soportar, “callados”, un invierno de desabastecimiento grotesco. Al fin el “desgobierno”tenía la justificación para una crisis.
Llegas a tu casa con las manos vacías una vez más. Respiras antes de abrir la puerta y por unos segundos cierras los ojos para encontrar en tus pensamientos la fuerza para entrar. Evades las miradas mientras te quitas el nasobuco y sueltas la jaba vacía en la mesa del comedor.
Según el noticiero todo estaba bien. Debíamos confiar en la salud pública. El mundo era un caos y los países socialistas eran la solución para la pandemia… Estamos solos como siempre, solo que quizás por falta de proteína, ahora lo sentimos más. Empezamos a quejarnos y desde el oficialismo nos multaron por “desinformar”. Quisimos reunirnos para solucionar los problemas por nosotros mismos y nos acusaron de propagar epidemias y desacato. Era la “revolución” mutando, como un virus, para controlar las manos y las bocas de un pueblo sin patria.
Te despiertas. Aún es de madrugada. Decides cerrar los ojos y repensar tu estrategia. Redirigir tu mirada. Redefinir tus prioridades. SOLO HAY UN MODO DE CAZAR UN MAMUT.
Dariem Columbié Grave de Peralta
(cronicasdesdeadentro.blogspot.com)
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