Por: Pedro Acosta
En el país cada día se confrontan más problemas para poder adquirir aquello que necesitamos o deseamos comprar para nuestro consumo, y en ello no solo influye el que se carezca del dinero necesario para hacerlo -pues lo que al pueblo se le paga no le alcanza para ello- sino que el desabastecimiento en nuestras tiendas ha pasado a formar parte del estrés del cubano, un problema más, y una pérdida de tiempo infinita. La lista de lo que falta en nuestras tiendas, es interminable.
Ayer, a las 11.25 am salí de “shopping” con mi esposa y dos amistades. La lista contenía los siguientes productos: garbanzos, kétchup, leche evaporada y condensada, agua gaseada y natural, aceitunas s/h, refresco de piña, vinagre, papel sanitario, palillos y, si, por obra y gracia del espíritu santo aparecían, cervezas “Cristal” de botella. En total eran 12 productos, todos se elaboran en el país, buscábamos la mercancía, no la marca.
A la primera tienda que nos dirigimos fue a la de Avenida 51 y Avenida 26, allí nada encontramos. Entonces pensé llevarle, a una querida amiga, por demás periodista independiente, un paquete de café que estuviera entre los 2-4 CUC. Lo único que había era insta-café, Nescafé y paquetes de café de una marca desconocida (mezclado y claro) con un precio inapropiado. Después de un largo y tedioso bojeo, que incluyó 3 tiendas y 2 cafeterías estatales por la Avenida 26 y sus alrededores, decidimos llegarnos hasta “La Copa”. Al regreso pasamos por “La Puntilla” y seguimos tratando de “descubrir” lo que aún nos faltaba. En esa inmensa y populosa tienda tampoco completamos nuestras necesidades.
Sobre las tres de la tarde, luego de recorrer 13 tiendas, incluida también, “Carlos III”, regresamos a casa, cansados, decepcionados y carentes de la aceituna s/h, los garbanzos, los “innecesarios” palillos y como era de esperar sin la “Cristal” de botella.
Ninguno de los seis tenderos y dos jefes de área con los que conversé me pudo dar la más simple explicación de por qué no estaban determinados productos en la tienda en que trabajan.
Uno de ellos, en tono casi inaudible, me dijo: “Esto es el socialismo en su máxima expresión”. Néstor, jefe de área me comentó: “Señor aquí a nadie le importa lo que no hay, ni lo que hay. Son más de cien los productos que normalmente nos faltan. Vienen cuando quieren, o cuando pueden hacerlo las empresas distribuidoras.”
Pude hablar con el Jefe Comercial de una importante tienda, que casualmente me encontré en “Carlos III”: “El país no cuenta con dinero para comprar todos los productos que hacen falta. Se compra en dólares o en euros, pero se cobra en CUC, una moneda que no tiene ningún valor en la transacción comercial.”
Le explico que lo que estamos buscando es de producción nacional: “Al final – nos dice- es casi lo mismo. Muchos materiales y materias primas con las que se producen las mercancías en el país proceden del exterior. A eso agrégale la ineficiencia, la negligencia y todos los males que existen, y tienes el potaje completo. Se rompe el transporte, se roba, se pierde una solicitud o pedido de mercancías, no te sitúan el dinero a tiempo. Para qué seguir. Esto es todo un gran desastre.”
Cuando le digo a lo que me dedico me dice que no le importaba, que si quería me daba su nombre y apellidos, que en definitiva a él le quedaba poco en Cuba. Como regla casi invariable al desaparecer un artículo, incluidos los de primera necesidad, al ponerse de nuevo en venta, su precio se ha incrementado, en ocasiones, de manera muy notable.
Al uno constatar en nuestras tiendas esta cotidiana realidad no queda más remedio que preguntar: ¿Quién es el culpable del desabastecimiento de nuestras redes comerciales y de los elevados precios de las mercancías los que cada día se incrementan más y más?
Entonces nos decimos: ¡Fidel, Raúl, el Buro Político, los Ministros, los Directores de Empresas, y hasta la madre de los tomates! Y no nos damos cuenta que con una corta frase lo abarcamos todo: ¡El culpable es el sistema!
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