Por: Maykel Aledo
Ciento cuarenta y ocho años después de que Carlos Manuel de Céspedes iniciara la Revolución en 1868, avergüenza leer el “Manifiesto del 10 de octubre”, en el que explicó las causas y objetivos por los que se inició la revolución.
Avergüenza comprobar cómo en tanto tiempo hemos avanzado tan poco en muchos de los objetivos por el Padre de la Patria allí expuestos, o para mejor decir, que tanto hayamos retrocedido como pueblo, como nación.
Cuando lo leo, como quien chequea una lista de comprobación de objetivos aún por cumplir, parecieran escritos para el presente, solo habría que donde dice España, poner el régimen cubano. A continuación solo una pequeña muestra:
- “(…) Nadie ignora que España gobierna la isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado; no solo no la deja seguridad en sus propiedades, arrogándose la facultad de imponerla tributos y contribuciones a su antojo, sino que teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas (…)
- “(…) La tiene privada del derecho de reunión como no sea bajo la presidencia de un jefe militar; no puede pedir el remedio a sus males, sin que se la trate como rebelde, y no se le concede otro recurso que callar y obedecer (…)
- “(…) los cubanos no pueden hablar, no pueden escribir, no pueden siquiera pensar y recibir con agasajo a los huéspedes que sus hermanos de otros puntos les envían (…)
El 27 de octubre de 1873, Céspedes es depuesto de la presidencia de la República en Armas por la Cámara de Representantes. Exactamente 4 meses después, – durante los que estuvo primero “preso”, obligado a marchar con la impedimenta y luego “condenado a muerte”, abandonado a su suerte sin salvoconducto, prácticamente ciego, sin la escolta a la que tenía derecho y casi de seguro delatado- revólver en mano, resuelto a no caer prisionero vivo, y herido de muerte, se despeña por un barranco.
Muy triste. También muy triste leer lo que escribe en su diario durante esos 4 meses, muy triste. Siglo y medio ha pasado y pareciera que nada hemos avanzado tampoco cuando leo en el diario de Céspedes, con dolor estas palabras:
“(…) El amor a la patria, el deseo de su libertad e independencia, para muchos no son sino palabras que han aprendido como la cotorra! No reina más que un grosero egoísmo (…)
“(…) La mayor parte está hoy en su elemento. Todo el conato se cifra en conseguir mandos para tener ‘hombres serviles esclavos’ que con su sangre proporcionen seguridad y comodidades y faciliten el sostenimiento del mayor número de queridas posibles. (…)
En tantos aspectos, los detalles de su muerte se me hacen tan parecidos a la Muerte de Martí. Duelen tanto, ideas que ambos escriben en sus diarios en los días previos a sus muertes. No solo son útiles las partes gloriosas de la historia. Hay mucha miseria humana en las luchas por el poder en Cuba, que como pueblo estamos obligados a superar y que solo será posible con una campaña de alfabetización cultural de hondo contenido histórico, ético y cívico.
Continuará…
[1] Primera parte: https://somosmascuba.com/2016/12/el-acero-del-acicate-no-sirve-bien-para-martillo-fundador-primera-parte/
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