Reprogramarse para el cambio.

De: amiga y colaboradora especial desde Alemania.

Un amigo me decía hace poco (comentando los últimos sucesos en Venezuela y las consecuencias que este cambio podría traer para Cuba) que “el pueblo cubano no tiene el valor necesario para levantarse contra la dictadura“.

Estos dos países, aunque han pasado por muchas cosas similares y los dictadores han practicado el mismo estilo de gobierno, a través de la represión y el miedo, tienen contextos completamente diferentes. En mi opinión al pueblo cubano le sobra valor, lo que le falta es información para cambiar todos los conceptos que nos han inculcado desde que nacimos.

Cuba lleva 60 años con los mismos gobernantes, son 3 generaciones, a las cuales se les han cambiado el chip y les siguen inyectando una sola idea, una sola fuente de información. Una información que te dice: Esta idea es la mejor del mundo, mira como están los demás países, nosotros aunque bloqueados tenemos educación y salud, si sales a protestar te llevaremos preso, porque los únicos que no están de acuerdo con este sistema son mercenarios, a los cuales les pagan para destruirnos, son enemigos.

El cubano ha estado siempre en jaque y al pie del cañón. Antes había que prepararse para la defensa del país porque vendrían los yanquis, luego se tuvo que crear un ejercito de informáticos para vencer la guerra mediática, ahora el peligro son los mercenarios pagados por el imperio. No podemos dejar que nos quiten lo poco que hemos conseguido, nuestros logros hay que defenderlos, primero por Marti, luego por Fidel, después será por Raul… Todos esos conceptos se han clavado en la mente del cubano y es difícil debatir de cualquier tema sin que salga alguna consigna repetida, despojada de sentido común.

La información tiene que llegar ya a nuestras familias en Cuba, tenemos que reprogramar el chip, porque de lo contrario no lograremos un cambio en nuestro país.

Ahora imaginemos el escenario de mi tia Josefa, que solo tiene acceso al noticiero y a las novelas del paquete. Esta tia mía nació dos meses después del triunfo de la revolución, vio como su padre ( mi abuelo) se fue a las lomas a alfabetizar a los pobres campesinos que no sabían leer ni escribir. Josefa vio partir y no volver a muchos familiares que emigraron en los 80s, porque “no querían vivir en un sistema justo, eran unos gusanos”. Esa tía que perdió a su esposo en Angola, y nunca se le dió detalles de como había perecido su compañero y padre de su único hijo, pero ella sabia que “fue un héroe porque fue a liberar al pueblo africano”. Esa tía, maestra de vocación, se fue a Venezuela a apoyar el novedoso plan de enseñanza “YO SI PUEDO“, dejando atrás a su único hijo y sirviéndole a ese gobierno “que se lo da todo: salud gratuita, educación gratuita, una canasta básica que resuelve, un salario que no es suficiente pero, cómo pedir mas a un país bloqueado?”.

Ahora mi tía vive sola, a sus casi 60 años, con un hijo emigrado, que trabaja honradamente para mantener a su nueva familia y a su madre en Cuba.

En una de mis últimas visitas a Cuba hablaba yo con esta tía de lo importante que sería el reclamo del pueblo para cambiar el gobierno, para tener una mejor vida, para ella y para la gente joven, esa que se tiene que ir al extranjero en busca de sus sueños. En la cabeza de mi tía solo existían preguntas, preguntas como: cómo luchar contra algo que es bueno, justo y positivo? Cómo tener iniciativa para exigir mis derechos, si yo ya los tengo? más derechos no existen, yo no los conozco. Recordemos que el mundo es un lugar injusto y difícil donde los ricos, esas personas sin corazón, son los que dictan como hay que vivir y éstos se aprovechan del pobre como mi tía.

Cómo decirle a mi tía que a mí nadie me paga para decir lo que pienso? Cómo explicarle que Estados Unidos no quiere hacer una guerra en Cuba? Cómo explicarle que el pueblo de Cuba no es ni más ni menos capaz que el pueblo del país donde yo vivo, donde existen los sindicatos independientes que luchan por mejores salarios para los trabajadores que representan? Cómo explicarle a mi tía que los gobernantes están ahí para representar los intereses de un pueblo y no al contrario? Cómo hacerle ver que la libertad individual existe y que va mas allá de la soberanía de un país? Como explicarle que ciudadanos libres son los que pueden pensar, decir, reunirse, manifestarse, y todo eso sin ser apresados ni calificados de gusanos o mercenarios?

Cómo se explican tantas cosas y se reprogramar un chip de casi 60 años? Pues así mismo, explicándolo, hablando sin alzar la voz, sin ofensas, con respeto a una vida llena de sacrificios y pérdidas, una vida sin esperanzas y llena de conformismo, pero una vida, una vida que vale la pena vivirla hasta el final dignamente.

Por mi tía Josefa, y por tantos miles, millones de cubanos como mi tía, vale la pena llenarnos de paciencia y „alfabetizar“ nuevamente a nuestro pueblo. Es hora de dejar la apatía y dar nuestro granito de arena, no por Marti, no por Fidel, sino por nosotros mismos, por nuestra libertad personal.

No es cierto que desde afuera de Cuba no podamos hacer nada, podemos hacer y mucho. Los cubanos en el exterior, tenemos que ser ese abuelo mío que se fue a las lomas a dar lo que sabía a los que no lo tenían, no solo porque sea justo, o sea lo correcto, sino porque se lo debemos a toda esa generación que tanto luchó para que sus hijos fueran algo en la vida, esa generación que desde los años 60 fue adoctrinada en un sistema utópico que no funciona. Esa generación utilizada para tantas marchas, a esa que le cambiaron la vaca por la chiva y le hicieron creer que salió ganando. Hagámoslo por nuestros abuelos que quizás murieron sin ver ese mundo mejor, por nuestros padres que viven con decepciones y sin esperanzas. Hagámoslo por nuestros hijos y por la generación que está por venir, para que se sientan orgullosos de sus padres como una vez mi tía Josefa se sintió orgullosa de su padre. Alfabeticemos a nuestra Cuba y devolvámosle ese valor y fuerza que tienen guardados en su chip desde hace ya 60 años.

Comentarios con Facebook

comments