Por: Susana Acosta Díaz
Nacer y crecer en un país de ensueño que duerme, y parece no querer despertar. Un país de ensueño que vive en constante pesadilla. Una isla que mira al mar, al infinito, y que no encuentra respuestas en sus campos cubiertos de «marabú», sino en el futuro prometido a 90 millas.
Ser cubano y saber lo que es irte a la escuela con un vaso de leche (en polvo) como desayuno. Levantarte temprano para el «matutino», para repetir a viva voz «seremos como el Che» Ser pionerit@ abnegado que lucha desde las aulas contra el «enemigo»… y no pensar, repetir, siempre repetir hasta el cansancio las mismas consignas gastadas.
Y yo que fui y soy muy obstinada (y dormilona) le pregunté a esa segunda madre que la vida me regaló : Ly en Alemania los niños también cantan el Himno (o los Himnos) todas las mañanas????
Mi padre le traduce y ella ríe, ríe mucho y me dice (traducido):
«No, los niños en Alemania van a la escuela a estudiar, no a repetir himnos. Las escuelas son para aprender, no para memorizar consignas.»
Resulta que en Alemania no hay matutinos, y que los niños se aprender el himno nacional por el fútbol y no porque se lo imponen en la escuela. Resulta que en en el país de «los nazis» no hay culto a la personalidad y ningún niño «quiere ser» como algún Müller, Schneider, Fischer, Merkel… (o como sea que se llamasen sus «mártires» o «héroes de la patria»)
Pero a nosotros nos tocó ser estudiantes «revolucionarios», sin opciones, o lo eras, o lo eras. Había que hacer las mejores redacciones cuando de Fidel y la Revolución se trataba. Teníamos que ir a los actos políticos, a las reuniones para discutir lineamientos o «proyectos de la revolución»… Y como tanta veces escuché: «aquí educamos a alumnos revolucionarios que ante todo defiendan a Fidel, Raúl y el socialismo»
Sí, en Cuba se adoctrina para ser comunistas y sumisos a un partido que no se abre a cambios y va en contra de las necesidades de su pueblo. Se adoctrina para apoyar un dictadura que regula y des-gobierna a su antojo y que viola constantemente los derechos humanos fundamentales.
Y yo nunca entendí por qué mi mamá le decía a nuestra vecina:»niña habla bajito, no estés diciendo eso por ahí que te vas a meter en un problema» Cuando ella solo decía en voz alta lo que el resto de los adultos que me rodeaban susurraban: el mismo mensaje, las mismas dudas, las mismas necesidades.
Tampoco entendí porque mi maestro tenía las mismas quejas que mi vecina, y protestaba bajito por los mismos problema, pero gritaba enérgico en los Primeros de Mayo «Viva la Revolución»
No, no lo entendía, y no lo entiendo aún hoy. Seguimos viviendo presos de un sistema en que la libertad de pensamiento en un delito. Lo peor de todo, es que no estamos haciendo lo suficiente para cambiarlo.
Eso fuimos y quieren que sigamos siendo: corderos que alaban a falsos dioses, falsos líderes, falsos héroes.
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